Dios Me Oye Y Me Ve En Mi Desierto
Estudio Aun Jesús fue confrontado con la tentación y el desierto, pero Él establece, o deja la forma de atravesar estas etapas con mejor preparación, de la mano del Espíritu Santo para poder estar firme en estos momentos. Vemos en estos versos cómo relata que el mismo Espíritu Santo es quien lo lleva al desierto, pero antes de esto Jesús entra en un proceso de preparación, quizás sin saber, pero me atrevo a pensar que Él sabía hacia dónde iba. Estuvo bien el prepararse para un momento en el que tenía que aplicar lo conocido ya.
Parte de esa preparación fue acercarse más al Padre y al Espíritu, para entender que junto a ellos tendría la victoria. Cuando los discípulos le piden a Jesús que les enseñara a orar y les llevó a aprender el Padre Nuestro, en esta oración les enseña a reconocer su necesidad de autoridad máxima que es el Padre; a reconocer sus deficiencias, sus necesidades y la necesidad de la voluntad de Dios en nuestras vidas. Que tenemos que tener una total y completa dependencia de Él. Esa dependencia es la que nos da la certeza de que aún en los momentos más difíciles de nuestras vidas, entendemos que Él está junto a nosotros y muchas veces Él es quien nos carga.
Primero debemos entender que los desiertos no son espacios donde vamos simple y llanamente a sufrir, no; en el desierto hay muchas enseñanzas así como nos dice en Romanos 8:26-28: “Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos”.
Pablo le está dando a los romanos y a nosotros la fortaleza de entender que el mismo Espíritu es quien nos lleva a esos espacios de desierto y de cambios porque es solo ahí cuando como seres humanos aprendemos, cambiamos, maduramos y más importante aún, vemos claramente la mano de Dios obrando a nuestro favor con el firme propósito de que nos acerquemos más a Él y aprendamos a soltar las riendas de nuestras vidas en las manos de quien ya trazó nuestro futuro para bien.
Pablo lo deja claro en otras versiones, lo dice de esta forma en (Versión Reina Valera 1960): “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Él les dice a ellos y a nosotros que si ya hemos recibido al Señor Jesús como nuestro Señor y Salvador, y hemos comenzado a establecer una relación con Él con miras a hacer cambios en nuestras vidas para dirigirnos a caminar la ruta trazada para cada uno de nosotros por el Padre, que no nos preocupemos, sino que nos ocupemos en lo que Él pone delante de nosotros para desarrollarnos y trabajar en ser más afines y cercanos a Él. Es curioso que el diccionario de temas bíblicos, Ethnos 360 de Bible Institute, define preocupación como “una sensación de inquietud y ansiedad por el futuro”. Las Escrituras indican que dicha ansiedad se basa, en última instancia, en una falta de confianza en Dios y sus propósitos. Por eso hago la diferencia entre preocupación y ocupación, la preocupación te aleja de los planes de Dios y muchas veces no es que dejamos de orar sino más bien que queremos orar en nuestra propia prudencia en nuestro entendimiento finito, limitado y no le permitimos al Espíritu orar como Pablo nos dice, “con gemidos que no se pueden expresar con palabras”, porque Él es la mejor persona para conocer los planes de Dios y cómo orar para que se nos supla todo lo necesario para el cumplimiento del propósito del Padre en nosotros. Cuando le permitimos al Espíritu orar por nosotros, esto nos trae paz en medio de cualquier situación y esto nos lleva a ocuparnos en lo que nos compete a nosotros.
¿Qué podemos hacer para vivir ocupados en el REINO?
- Establecer una relación íntima con el Padre, Hijo y el Espíritu Santo.
- Leer la Biblia para conocer el propósito de Dios en nuestras vidas.
- Permitir al Espíritu orar con Su conocimiento en nuestras necesidades y propósitos.
- Buscar la voluntad de Dios, su corrección y dejar que transforme nuestras vidas.
- Buscar en cada situación lo que Dios quiere que aprendamos o veamos.
- Trabajar con los huecos de nuestra personalidad, carácter, actitudes y pensamientos.
- Ser honestos con nosotros mismos para no caer en preocupación.
- Conocer el amor del Padre para poder vivir a través de Él.
Aplicación Es de suma importancia conocer a Dios por medio de la oración, lectura de la Palabra de Dios y el ayuno. Estas serán las únicas formas de acercarnos a Él y vivir alineado con Su propósito y ser de ejemplo como nos dice en Colosenses 1: 10-14: “Entonces la forma en que vivan siempre honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos. Mientras tanto, irán creciendo a medida que aprendan a conocer a Dios más y más. También pedimos que se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la constancia y la paciencia que necesitan. Mi deseo es que estén llenos de alegría y den siempre gracias al Padre. Él los hizo aptos para que participen de la herencia que pertenece a su pueblo, el cual vive en la luz. Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados”.
La cercanía al Padre te da el estilo de vida que tenemos que llevar alineada con Jesús, te permite entender cómo debe ser un hijo de Dios y al ser considerados hijos de Él entendemos y vivimos con la plena certeza de que Él está con nosotros todo el tiempo.
¿Qué necesitas para vivir como el Señor Jesús vivió?
- Leer la Palabra de Dios.
- Orar en todo momento.
- Ayunar.
- Pedir a Dios que te permita reconocer cuándo hay que hacer cambios en tu vida, carácter y modo de hacer las cosas.
- Que te dirija en la dirección de restaurar y cambiar tu forma de vivir.
- Acercarnos más al Espíritu Santo para que podamos entender y llevar a cabo todo lo que se nos pide que cambiemos.
- Entender que somos reflejo de Jesús para todo aquel que nos rodea.
Conclusión En conclusión, los que hemos aceptado a Jesús tenemos la plena confianza de que Él es por nosotros porque está en nosotros ya que nos ha sellado con Su Santo Espíritu. Juan lo expresa de esta forma en 1 JUAN 4: 13-16: “Y Dios nos ha dado su Espíritu como prueba de que vivimos en él y él en nosotros. Además, hemos visto con nuestros propios ojos y ahora damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para que fuera el Salvador del mundo. Todos los que declaran que Jesús es el Hijo de Dios, Dios vive en ellos y ellos en Dios. Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor”.
Por esa confianza es que sabemos que Dios nos ve aún en el desierto y entendemos que si estamos en el desierto es por Su amor. Aunque muchas veces no lo entendamos esos desiertos son para bendición, crecimiento y seguridad en nuestras vidas. Su Amor es perfecto y Su Omnisciencia nos lleva a cumplir SU propósito, además de que sabemos que su voluntad para con nosotros es buena, agradable y perfecta!
Escrito por: Tatiana Muñiz
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