Jesús, Señor Y Salvador
Estudio Los pastores de las Iglesia Cafe nos han predicado durante este año ¿Quién es Jesús? Y una de ellas es sobre este tema de Jesús, Señor y Salvador. El pastor Richard Martínez nos compartía que el peligro de ver a Jesús solo como Salvador y no como Señor es que nos veremos limitados de apreciar su obra total en nuestras vidas. Porque lo que sucederá es que haremos lo que muchos hacen, vivir una vida a medias con Jesús, mirándolo desde la perspectiva que nos conviene, la que no exige cambios, la que no demanda una vida de obediencia y santidad, sino que solo provee beneficios.
Desde el tiempo en que Jesús caminó entre los hombres hasta hoy, muchos han visto a Jesús como Señor y Salvador. Sin embargo, yo me pregunto: ¿Cuántas personas en realidad ven a Jesús como Señor y Salvador? Aunque hoy se habla poco del señorío de Cristo, hay muchos pasajes en el Nuevo Testamento donde Jesús demanda ser nuestro Señor y Salvador. Si de algo debemos estar más que seguros es que Jesús es Nuestro Salvador, que es Cristo el Señor. Miremos qué nos enseña la Palabra acerca de NUESTRO SALVADOR, QUE ES CRISTO EL SEÑOR.
“Y tendrá un hijo y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».” (Mateo 1:21)
¿Qué significa que Jesús sea nuestro Señor y Salvador?
- Jesús también es Cristo, asimismo conocido como el Ungido o Mesías.
- Señor. Este título resalta la deidad de Jesucristo. Al explicar a otros el propósito de su venida a este mundo, muchas veces se puso al mismo nivel de Dios el Padre.
- Salvador. A Jesucristo se le llama Salvador porque vino a rescatar a la humanidad de la esclavitud del pecado. Como todos hemos pecado, moriremos y merecemos pasar la eternidad condenados y castigados por nuestros pecados, bajo el justo juicio de Dios. Jesucristo vino a librarnos de esta condenación. Tanto así que entregó su vida por ti y por mí.
La Biblia nos enseña que Jesús no solo vino a salvarnos, sino también a gobernar nuestras vidas como Señor. Romanos 10:9 dice: “Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.”
Ser Salvador significa que Jesús nos rescata del pecado y de la condenación eterna. Ser Señor significa que Él tiene autoridad sobre todo lo que somos: nuestras decisiones, pensamientos, prioridades y deseos. Muchas veces queremos los beneficios de la salvación, pero olvidamos el llamado a rendirnos a Su señorío.
Reconocer a Jesús como Señor y Salvador es aceptar su obra completa: Él nos da vida eterna, pero también nos llama a vivir bajo Su dirección, con obediencia y amor. “Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” Juan 14:6
Lamentablemente en el ámbito cristiano, se ha creído la mentira que se puede hacer una oración y ser salvo. Se ha dado como un hecho que se puede reconocer a Jesús como Salvador pero no como Señor, y el hacerlo de esta manera nos permite seguir siendo y haciendo lo mismo pensando que no vamos a tener consecuencias.
Tener un encuentro genuino con Jesús no se resume en una oración y una emoción. No se trata de tener una pensión en el cielo porque alguien más oró por nosotros. No podemos seguir heredando y transmitiendo esta fe ligera. Es sumamente triste el engaño que existe con muchas personas que piensan que conocen a Jesús pero realmente no es así, pues la evidencia de transformación en sus vidas no existe. Y es imposible tener un encuentro con el Rey de reyes y no ser cambiado.
Aplicación Cuando pienso en Cristo nuestro Salvador, no puedo más que adorar a Aquel que fijó sus ojos en nosotros, siendo unos viles pecadores; es tan grande el amor del Padre derramado al mundo entero, al enviar a Su Hijo Jesucristo, que produjo vida en cada uno de nosotros.
Es a través de su muerte y resurrección lo que cambia nuestra condición y nos traslada de un reino de muerte a un reino de vida eterna, donde su ADN se hace presente y produce en nosotros un nuevo gozo que podemos expresar desde lo profundo de nuestro corazón. Allí su compasión por los no alcanzados se extiende en una entrega total y una gracia infinita que empieza a hacerse latente en nosotros por el nuevo nacimiento.
A Jesús no le importó ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo y se humilló hasta lo sumo para que nuestra razón humana y limitada pudiera comprender que solo por su gracia y amor infinito podemos participar de una vida nueva y abundante.
La salvación nos libra del poder de Satanás y nos lleva al Reino de Su Hijo amado, miremos estos ejemplos:
- Rendir el corazón: ¿Hay áreas de tu vida donde Jesús no es Señor todavía? Puede ser tu tiempo, tus relaciones, tus emociones o tus recursos. Entregárselas hoy.
- Vivir en obediencia: No se trata solo de decir “Señor, Señor”, sino de hacer Su voluntad (Mateo 7:21). Obedece lo que ya sabes que Él te está pidiendo.
- Agradecer la salvación:
Nunca des por sentado que fuiste salvado por gracia. Cada día recuerda el precio pagado por ti en la cruz. Si Jesús es tu Señor y Salvador, eso debe reflejarse en cómo hablas y cómo amas a otros.Compartir a Cristo:
Conclusión Jesús no es un salvador parcial ni un Señor lejano. Es el Salvador que dio su vida por amor, y el Señor que hoy dirige con poder y ternura a quienes le siguen. Cuando lo reconocemos en ambos roles, experimentamos una vida llena de propósito, paz y esperanza eterna. “Así que, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos.” (Colosenses 2:6).
En la Biblia podemos leer historias maravillosas, milagros y también promesas, es ahí donde podemos conocer más a Dios, su amor y su poder. El mundo puede estar de cabeza lleno de problemas, lleno de tristeza. Hay necesidad y hay apatía, el amor y el perdón huyeron. Cada quien ve por su conveniencia y mira la paja en el ojo ajeno sin darse cuenta de lo que hay en el propio. Criticamos y juzgamos sin ponernos en los zapatos del otro y no llega a nosotros el contentamiento. Seguir a Jesús no es algo que debemos tomar a la ligera; es un llamamiento que demanda la totalidad de la vida, la vida misma.
Reconocer a Jesús como Señor y Salvador es mucho más que una declaración religiosa; es una entrega total del corazón, la mente y la vida a Aquel que dio su vida por amor. Como Salvador, Jesús nos rescata del pecado, nos ofrece perdón, y nos reconcilia con Dios. Como Señor, merece nuestra obediencia, nuestra lealtad y nuestra adoración diaria. Aceptar a Jesús en estos dos roles transforma nuestra existencia: nos libera del pasado, nos guía en el presente y nos asegura una esperanza eterna. Esta verdad debe impulsarnos a vivir con propósito, a reflejar Su amor, y a proclamar con nuestras palabras y acciones que Jesús no solo es Salvador del mundo, sino también el Señor de nuestras vidas.
Escrito por: Alfredo Arroyo
|