No Dependas De Tu Entendimiento
Estudio Desde pequeños se nos enseña a ser autosuficientes, a resolver todo con nuestra lógica y a depender de nuestra inteligencia. Pero cuando caminamos con Cristo, aprendemos un principio radical: la verdadera sabiduría no viene de nosotros, sino de Dios. Él ve lo que nosotros no podemos ver, conoce lo que aún no entendemos y tiene un plan mucho mayor que nuestras mejores ideas. La Palabra de Dios dice en Isaías 55:8: “Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos—dice el Señor Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.”
Confiar en Dios es un acto de humildad. Es reconocer que, aunque tengamos experiencia, conocimiento o habilidades, aún así necesitamos Su guía. Muchas veces creemos tener todo claro, tomamos decisiones impulsadas por nuestras emociones, por miedo o por apariencias... pero luego vienen las consecuencias. Por eso, Dios nos advierte con amor: no dependas de tu propio entendimiento. “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” - Jeremías 17:9.
¿Qué sucede si DEPENDO solo de mi entendimiento?
- Cometo errores que podrían haberse evitado con la guía de Dios.
- Tomo decisiones basadas en emociones o apariencias, no en verdad.
- Me lleno de ansiedad al sentir que todo depende de mí.
- Me alejo de la voluntad perfecta de Dios para mi vida.
- Transmito una fe débil y controladora a mi familia.
Aplicación Dios no nos creó para caminar solos. Él quiere ser parte de nuestras decisiones, pensamientos y planes. Pero esto requiere humildad: reconocer que no lo sabemos todo y rendirle a Él nuestro entendimiento. Cada día enfrentamos decisiones grandes o pequeñas, en el trabajo, en el hogar, con nuestros hijos, con nuestras emociones. Y es fácil dejarnos llevar por la lógica humana, pero lo correcto es primero preguntarle a Dios: “Señor, ¿qué quieres que haga?”
Como familia, podemos cultivar una vida de dependencia espiritual, no intelectual. Eso no significa apagar nuestra mente, sino sujetarla a la sabiduría del Espíritu. Significa consultar a Dios antes de actuar, buscar consejo en Su Palabra, y aprender a esperar en Él cuando las cosas no estén claras. Cuando le damos el control, Él endereza nuestras sendas, nos guarda de errores y nos lleva por caminos de bendición, aunque al principio no los entendamos.
Isaías 30:21 nos dice: “Tus oídos lo escucharán. Detrás de ti, una voz dirá: ‘Este es el camino por el que debes ir’, ya sea a la derecha o a la izquierda.”
Depender de Dios es un hábito que se aprende y se enseña. Si nuestros hijos nos ven consultar a Dios, buscarlo en oración, y sujetar nuestros pensamientos a Él, crecerán con ese mismo modelo. Es mejor una familia que confía en Dios con incertidumbre, que una familia que confía en sí misma con arrogancia. Porque donde hay dependencia de Dios, hay dirección, paz y protección.
¿Cómo puedo dejar de depender de mi entendimiento y confiar en Dios?
- Orando antes de tomar decisiones, por pequeñas que sean.
- Leyendo la Palabra y aplicándola como guía diaria.
- Pidiendo consejo sabio y espiritual, no solo humano.
- Reconociendo que Dios sabe más que yo, y rindiendo mi orgullo.
- Enseñando a mi familia a esperar en Dios y buscar Su voluntad.
Conclusión Cristo no vino solo para salvarnos del pecado, sino para enseñarnos a vivir bajo la dirección del Padre. Él mismo dijo: “Entonces Jesús explicó: «Les digo la verdad, el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta; solo hace lo que ve que el Padre hace. Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo” (Juan 5:19). Si Jesús, siendo perfecto, no dependía de su propio entendimiento, ¿cuánto más nosotros debemos aprender a confiar en Dios con todo nuestro corazón?
Nuestra lógica es limitada, nuestras emociones inestables, y nuestras decisiones pueden fallar. Pero el Señor no falla. Cuando aprendemos a soltar el control y rendirle nuestros planes a Él, descubrimos un camino más alto, más sabio y lleno de propósito. Ese es el camino que queremos para nuestras familias: uno donde Cristo guíe cada paso, cada palabra, cada decisión.
Romanos 12:2: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.”
Tu entendimiento es útil, pero limitado. El de Dios es eterno, sabio y perfecto. Rinde tu mente, tus decisiones y tu lógica al Señor y verás cómo te lleva por caminos que nunca imaginaste, ¡porque Sus caminos siempre son mejores!
Escrito por: Matías Velásquez
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