De La Soberbia A La Razón
Estudio No todos conocemos la historia de Pablo, pero sí hemos escuchado en numerosas ocasiones de personas que persiguen a Cristianos y que luego algo pasó en donde ellos terminaron creyendo en Cristo y convirtiéndose. Incluso hoy en día, esto todavía sucede. Esta fue la misma historia de Pablo a quien Cristo transformó y utilizó de forma sobrenatural. Esta historia nos enseña que cuando somos llamados y apartados por Cristo, ya Él puso un propósito en nuestras vidas y te va alcanzar a donde sea que tú te vayas, porque eres Su hijo y porque Él te ama. También nos enseña que por nuestro propio conocimiento no podemos lograr nada, pero cuando le permitimos a Dios utilizarnos y nos volvemos disponibles al servicio de Cristo, Él nos utiliza de una forma que jamás hubiésemos tan siquiera imaginado.
Pablo antes de convertirse al Cristianismo se llamaba Saulo y era un fariseo, es decir, era parte de una secta judía. Pablo era sumamente inteligente y tenía gran conocimiento de las leyes judías, lo que lo llevó a perseguir a los Cristianos por querer tomar las leyes y la justicia en sus propias manos. Él se oponía al Cristianismo y los catalogaba como irreprochables. Ahora bien, el deseo de Saulo realmente era hacer lo justo pero no sabía que incluso una persona como él podría ser utilizada de la forma en que fue utilizada para el beneficio de Dios y para seguirle, servirle y ser conocido incluido hoy en día como uno de los apóstoles de Jesús y escritor de cartas en la Biblia.
Esto es lo que sucede cuando le permitimos a Dios tomar nuestras debilidades, nuestro orgullo, nuestras vanidades, nuestro pasado para ahora servirle y usar todo eso como testimonio de lo que es capaz de hacer Dios en nosotros y en nuestras vidas.
Dos versos de la Biblia que me encantan se encuentran en Salmos 3: 3-4, que dice “Pero tú, oh SEÑOR, eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto. Clamé al SEÑOR, y él me respondió desde su monte santo”. Cuántas veces hemos dejado que el orgullo nos ciegue de forma tal que le damos paso a pensamientos negativos, tomamos acciones incorrectas e incluso le damos paso a malas actitudes y palabras hirientes para con nosotros mismos y sobre todo con otras personas. Nos toca a nosotros entender que Él es nuestro escudo, nuestra fortaleza, nuestro guía y quien ilumina nuestro camino para saber hacia dónde ir y cuál es el camino correcto. Si tan solo clamamos al Señor en medio de todo, Él está listo para respondernos.
Estoy segura que de igual forma que con Pablo, tal vez conoces de muchas personas (incluyéndonos a nosotros) e incluso celebridades que han tomado malas decisiones, dejado que el orgullo los encamine y una vez tienen un encuentro con Dios sus vidas son transformadas a un nivel que ellos nunca vuelven a ser los mismos. De igual forma que Dios le cambió el nombre a Saulo, Él ya también nos cambió nuestro nombre, cambió nuestro destino y ahora somos hechos justos ante sus ojos. Pero corre hacia Él sin que te detenga el orgullo. Proverbios 18:10 dice: “El nombre del Señor es una fortaleza firme; los justos corren a él y quedan a salvo”.
¿Por qué debo de ser menos orgulloso(a)?
- El ser orgulloso le quita la honra a Dios para ahora nosotros vanagloriarnos, lo mismo es pecado.
- El orgullo nos hace arrogantes y rebeldes.
- El corazón orgulloso no quiere rendirse ni someterse a nada ni a nadie, incluso a Dios el Creador de todo lo que tenemos y todo lo que somos.
Aplicacion
La palabra orgullo significa arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia que suele conllevar a sentimiento de superioridad. No está mal que tengamos seguridad en nosotros mismos o que utilicemos nuestro conocimiento para instruir a otros. El problema que muchas veces tenemos es que lo hacemos desde una perspectiva muy poco humilde dejándonos crecer o haciendo a otros sentirse menos. Si lo que hacemos o decimos es para recibir halagos, aplausos o sentirnos inferiores, estamos siendo orgullosos y eso no es de agrado al Señor.
Por el contrario, una persona humilde es una persona que conoce sus talentos y dones pero también reconoce sus debilidades. Esto no es una señal de temor o de ser uno débil en sí, sino de que una persona humilde reconoce que todo lo que tiene, todos sus dones y talentos y todo lo que es proviene de la verdadera fortaleza que tenemos en Cristo. ¡Es Cristo nuestra fortaleza! ¡Es Cristo nuestro proveedor! Salmos 121:3 nos recuerda que “Él no permitirá que tropieces; el que te cuida no se dormirá”.
Tenemos que desear ser personas juiciosas, que tienen el conocimiento y entendimiento y saben que antes de tomar una decisión o de tan siquiera decir una palabra va a ir directo a la persona que puede y que va a darnos el mejor ejemplo o guianza, a nuestro Padre. Lo difícil es pasar de ser una persona que se cree que lo sabe todo a tener un corazón humilde para buscar ayuda y sobre todo ser guiado. ¡El orgullo y la soberbia destruyen, la humildad exalta! Debemos a diario escoger y permitir que la Palabra nos guíe y transforme.
¿Por qué tengo que morir a mi mismo(a)?
- Para poder abstenerse del pecado y el deseo de la carne y guardar los mandamientos de Dios.
- Es poner a Cristo como nuestro enfoque y ejemplo a seguir para que en nuestras vidas haya transformación.
Conclusión
Para cambiar nuestra forma de ser y pensar y pasar de tener una mala actitud o ser orgulloso constantemente a ahora ser agradecidos y humildes, debemos transferir todo el control de nuestras vidas a Dios. Eso quita todo el peso de tus manos y lo deja todo a los pies de quien nunca te va a fallar. Confía y ten fe de que Él hace cosas nuevas en nuestras vidas. Salmos 121:5 nos recuerda, “El SEÑOR mismo te cuida! El SEÑOR está a tu lado como tu sombra protectora”. Pásale todas tus cargas, actitudes y demás al Señor, creeme que Él puede con ellas!
El orgullo muchas veces nos ciega. A veces por el mismo dolor o como método de defensa. Pero recuerda, a veces lo que nos duele más, es lo que más nos enseña. Debe haber un punto en nuestro mismo crecimiento espiritual donde nosotros debemos entender que nuestra vieja manera de ser no nos ha llevado a nada sino a alejarnos de la verdad. Muchas veces pensamos que Dios no nos ha abierto puertas o que no nos escucha, cuando la mayoría de esas veces, Dios mismo es quien está esperando por nosotros con sus brazos abiertos a que dejemos nuestra terquedad para Él poder hacer lo que Él mejor sabe hacer: enseñarnos, guiarnos, amarnos y utilizarnos para hacer la diferencia.
El plan de Dios para nuestras vidas es muchísimo mejor que lo que nosotros podamos planear. Y el camino por donde Dios nos lleva, aun con sus altas y bajas, es mucho mejor que si estuviéramos solos por la vida o desviados por el camino incorrecto. Así lo podemos ver en Proverbios 16:9 donde dice “Podemos hacer nuestros planes, pero el SEÑOR determina nuestros pasos”. Entrégale hoy a Dios todo lo que eres y permítele que Él te muestre lo que Él puede hacer en ti y en tu vida!
Escrito por : Gleysh Reyes
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