"Consecuencias Favorables"
Estudio Una consecuencia por definición es un hecho o acontecimiento que se sigue o resulta de otro. Por lo tanto todos sufrimos o disfrutamos las consecuencias de nuestros actos en esta vida. Cuando hablamos de consecuencias, nos referimos al resultado de nuestras acciones, que si son negativas tendremos consecuencias negativas, pero si son acciones positivas tendrán consecuencias positivas y/o beneficiosas. Dios nos permite pasar por diferentes situaciones en la vida, pero de como reaccionemos ante ellas dependerán nuestras consecuencias. El vivir alejados de Dios y su buena voluntad siempre nos traerá consecuencias negativas y dolorosas, sin embargo cuando decidimos vivir buscando Su voluntad en todo y en obediencia, veremos las consecuencias favorables. En la Biblia encontramos muchos ejemplos de consecuencias, por ejemplo, en Hechos 5, Ananías y Safira, su esposa, sufrieron las consecuencias de mentir. En Daniel 6 se nos narra cómo Daniel se mantuvo fiel a Dios, buscándole en ayuno y oración y Dios lo libró de manera sobre natural de la muerte a causa de los leones. La obediencia a Dios siempre nos traerá consecuencias favorables, aun cuando en el momento todo parezca lo contrario, TODO obra para bien para los que aman a Dios. (Romanos 8:28).
Cuando tomamos decisiones a la ligera, sin considerar los mandatos de Dios o Su voluntad:
- No agradamos a Dios.
- No cumplimos con Su voluntad.
- Viviremos sufriendo consecuencias negativas
- Sufrimos el silencio de Dios o peor aún su castigo.
AplicaciónUna vida de comunión y obediencia a Dios no es en vano, pues iremos caminando en la voluntad de Dios, en fe y con la certeza de que no importa la prueba o situación por la que estemos atravesando, sabemos que Dios tiene el control y sea lo que sea obrará para nuestro bien. En nuestro caminar cristiano debemos tener muchísimo cuidado, pues en la medida que caminemos y tomemos decisiones según nuestro criterio, nos arriesgamos a pecar y por ende, a pagar las consecuencias de nuestro pecado. Por otro lado, si reconocemos a Jesús no solo como nuestro Salvador, si no como el Señor de nuestra vida, entonces seremos conscientes de que estaremos agradando a Dios en todo lo que hagamos, desde nuestros compromisos del diario vivir hasta tareas especificas que Dios ponga en nuestro corazón hacer; y como estaremos en la voluntad de Dios tendremos como consecuencia recibir las bendiciones de Dios para nosotros. Viviendo así podremos decir como se dijo en Romanos 8:38-39 “Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor”. ¡Que mayor bendición o consecuencia favorable que tener el amor de Dios en nosotros!
Si obedecemos a Dios y le damos el primer lugar en nuestra vida:
- Vivimos en Su voluntad.
- Tenemos la paz y la convicción de que Él nos cuida en todo tiempo.
- Sabemos que sin importar lo que veamos todo tendrá una consecuencia
favorable para nosotros (desarrollo de los frutos del Espíritu, bendiciones, etc.)
- Descansamos en sus promesas.
- Buscamos Su sabiduría y vivimos conforme a ella.
Conclusión
Dios pone ante nosotros la vida y la muerte. Vida si aceptamos Su amor y vivimos por y para Él; y muerte si decidimos vivir lejos de Su voluntad, separados de Él. Jesús está a la puerta de nuestro corazón y nos llama, si abrimos la puerta Él entra en nuestro corazón, lo restaura y lo llena de vida. Preguntémonos: ¿Valdrá la pena vivir ignorando el llamado de Dios y hasta morir sufriendo la peor consecuencia, una eternidad separados de Dios? Dios quiere que tengamos consecuencias favorables, quiere bendecirnos. En nuestro Señor Jesucristo ya Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3). Él quiere que en esta vida también disfrutemos de las consecuencias de vivir en obediencia a Él bajo la dirección del Espíritu Santo.
Escrito por: Elizabeth Díaz
|