"Sembrando La Palabra En Sus Corazones"
Estudio La palabra “sembrar” significa esparcir semillas en un terreno preparado para que germine y den plantas o frutos. Jesús nos enseña que Su Palabra es la semilla de fe que Él siembra en nuestros corazones. Semilla es sinónimo de simiente, y en el pacto que Dios le hizo a Abraham le dijo : ...y en tu simiente (Cristo), serán benditas todas las naciones (Génesis 22:18). Cristo es la simiente de la fe. Nosotros pasamos a hacer hijos de Dios al recibir a Cristo como nuestro Salvador y es por la fe en Él que vivimos. Algunos pudieran pensar que el sembrar la Palabra es un trabajo que le corresponde a los Pastores y a los Líderes de la Iglesia, mas no es así; el sembrar la Palabra es el mandato dado por Dios a cada uno de Sus hijos. Todos estamos llamados a sembrar a donde quiera que vayamos, a compartir las buenas de salvación, el Evangelio. Como se nos enseña en la Parábola del Sembrador, algunas semillas no germinarán, otras germinarán y pronto morirán, otras más germinarán y darán frutos.
¿Qué sucede si no sembramos la Palabra en nuestros corazones?
- Corremos el gran riesgo de que aun la semilla sembrada en nuestra vida muera.
- No estaremos viviendo en obediencia a Dios pues Él nos manda a vivir por Su Palabra.
- No daremos frutos que agraden a Dios.
- Viviremos una vida religiosa y no la vida que Cristo nos da.
- No daremos un buen ejemplo.
Aplicación La Parábola del Sembrador nos enseña que el agricultor es el que siembra la semilla al llevar la Palabra a otros. La semilla que cae en el camino representa a los que escuchan la Palabra pero pronto la olvidan. La semilla que cae sobre tierra representa a los que reciben con alegría el mensaje, pero al no echar raíces profundas no duran; esto es, los afanes, problemas, persecución por la Palabra, situaciones familiares, económicas o de otra índole hacen que pierdan la fe. Las semillas que caen entre los espinos representan a aquellos que los afanes de la vida y el amor a las riquezas de este mundo le impiden crecer y olvidan la Palabra, mas, los que reciben la semilla de la Palabra en su corazón y la aceptan, representan a la semilla que cae en buena tierra, que crece y da mucho fruto (Marcos 4:13-20). Debemos analizarnos con sinceridad y ver qué clase de semilla somos. La única que da fruto es la que se sembró en buena tierra, o sea, en un corazón humilde, sincero, y que reconoce que necesita a Dios. Nuestra fe muchas veces se puede debilitar por todas las situaciones que vivimos y para evitarlo tenemos que alimentarnos diariamente con la Palabra, la oración y con la renovación constante de nuestros pensamientos. Sólo haciendo eso podemos vivir en obediencia a Dios y podremos ser sembradores efectivos de la Palabra, ya que aún sin hablar, muchas veces por nuestro testimonio diario otros podrán conocer a Dios.
Cuando sembramos la Palabra en los corazones...
- Lo podemos hacer porque estamos viviendo la Palabra en nuestro corazón.
- Haremos de nuestra vida la vida de un agricultor para Dios, sembrando Su Palabra por el camino que Él nos lleve día a día.
- Seremos ejemplo para otros.
- Dejaremos un legado fe a nuestra descendencia.
- Vivimos en obediencia y agradando a Dios.
Conclusión Nuestra vida debe ser una de entrega total a Dios, como se nos dice en Marcos 12:29-30: “Jesús contestó:—El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh, Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Absolutamente nada ni nadie puede estar primero que Dios en nuestra vida. Dándole el primado a Dios podremos vivir una vida en orden, disfrutando el gozo, la paz y el amor que sólo Cristo nos puede dar, ocupándonos de ser útiles al Reino y con la certeza de que Dios nos suplirá nuestras necesidades. Hagamos pues lo que Dios nos mandó a hacer, ¡sembrar la Palabra seguros de que hará aquello para lo cual fue enviada!
Escrito por: Linda Vélez
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