Intimidación En La Familia
Estudio La familia, como ya hemos conocido a través de estos devocionales, es la base de la pirámide social. Son los responsables de instruir al individuo de tal manera que logre adaptarse a dicho grupo y desarrollarse en su máxima capacidad. Esto sin embargo no significa que todos lo logren, más bien hacen su mejor esfuerzo con lo que saben y han aprendido. Una de las formas que he podido notar que muchas razas utilizan para instruir es bajo intimidación, miedo o temor porque así han sido instruidos.
La Biblia establece en Proverbios 13: 24: “Quienes no emplean la vara de disciplina odian a sus hijos. Los que en verdad aman a sus hijos se preocupan lo suficiente para disciplinarlos.” La misma Escritura nos insta a corregir a nuestros hijos por amor, no a intimidar ni a manipularlos. La Biblia incluso define la corrección como un proceso de disciplina que busca formar el carácter de una persona. La corrección tiene como propósito enseñar y corregir para que el individuo se aleje de los malos caminos y se instruya en la rectitud y la justicia. Su principal propósito es la de dar forma al carácter para que se logre entender qué es malo y qué es bueno, y así ayudar en la toma de decisiones cuando se encuentre en momentos cruciales de su vida.
Por otro lado, la Biblia define la intimidación como un comportamiento agresivo que implica un desequilibrio de poder, real o percibido, y que se repite o tiene muchas probabilidades de repetirse. Una persona que intimida puede usar burlas, amenazas, manipulación, coacción o fuerzas para molestar, asustar o herir a alguien o lograr lo que quieren.
En el ámbito familiar se pueden utilizar todas las anteriores. Sin embargo, vemos con más fuerza la manipulación y el minimizar la voz, pensamiento o carácter del individuo muchas veces en todas direcciones, en contra de los hijos de la pareja o familiares externos.
La intimidación es una raíz muy profunda con la que las familias muchas veces proceden, sin tomar en cuenta que el concepto en acción no beneficia de ninguna manera al individuo. Porque cuando hablamos de educar y dirigir a nuestros hijos para crear hombres y mujeres de buen carácter, para luego enviarlos a la vida a tomar buenas decisiones, la intimidación no ayuda en lo absoluto. Ya que esto lo que hace es minimizar su pensamiento o su razonamiento y los hacemos esclavos de alguien más. Si creamos una esclavitud de los hijos hacia los padres, más adelante cuando ya estos no estén, esos hijos van a necesitar establecer una relación en la que la toma de decisiones venga dirigida o tomada por otra persona, y no por el mismo.
Es lo mismo que un náufrago, siempre va a estar atado a un salvavidas porque se siente inseguro, débil o incapacitado para tomar control de su vida. Dios conoce nuestras debilidades y necesidades. En el libro de Hebreos 4:15 nos dice: “Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó”. Cuando Cristo pasó por esta tierra, Él atravesó las mismas situaciones que usted y yo, con la única diferencia que Él entendía a quién tenía que ir cuando alguna situación o decisión tenía que ser tomada. Pero Él vivió como un hombre con un carácter muy bien formado y aunque su situación no era habitual, nos muestra que aún así la base fuerte en su educación fue el entender que lo más importante en su vida era tener una relación extremadamente cercana a Su Creador Dios y Padre, ya que Él tiene la solución a todas y cada una de sus necesidades. Tiene las respuestas a cada pregunta y cubre cada una de sus necesidades. Él dejó sus huellas para que nosotros pudiéramos seguir su ejemplo de vida.
¿Qué podemos hacer para trabajar en contra de la intimidación?
- Leer la Biblia para conocer cómo debe ser nuestro carácter.
- Amarnos los unos a los otros.
- Ayudar a identificar las carencias del individuo.
- Buscar la voluntad de Dios.
- Ver a nuestras familias como Cristo nos vio a nosotros.
- Servir en nuestros trabajos y ser ejemplos de Cristo.
- Aprender a buscar la paz y seguirla.
Aplicación
Como seres humanos debemos entender que es nuestra responsabilidad entender o reconocer los huecos que hay en nuestro carácter, qué carencias hay y qué necesidades tenemos. En este mundo nadie es perfecto pero si exponemos nuestras vidas a la Palabra de Dios, podemos corregir lo que está mal y trabajar con las necesidades. En 2 Timoteo 3:16-17 nos dice: “Toda la Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra”.
Este es el mejor método para poder entender y conocernos a nosotros mismos, tenemos que entender que el ignorar lo que ocurre en nuestras vidas no va a corregirlo ni mucho menos a eliminarlo. Como seres humanos el orgullo muchas veces no nos permite reconocer o aceptar lo que está mal porque pensamos que eso nos pondría en evidencia delante de otros. Por eso muchas veces recurrimos a esconder y ocultar aquello que está mal. Pero en Proverbios nos dice todo lo contrario. Proverbios 12:1-3: “Para aprender, hay que amar la disciplina; es tonto despreciar la corrección. El SEÑOR aprueba a los que son buenos, pero condena a quienes traman el mal. La perversidad nunca produce estabilidad, pero los justos tienen raíces profundas”.
Ya que vimos que Él es nuestro más fuerte ejemplo, que no le importó ser igual a Dios, se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo; eso debe volarnos la cabeza saber que siendo igual a Dios y no le importó venir y meterse en la piel de un ser humano, vivir lo que nosotros vivimos con el firme propósito de salvarnos. Pero de igual manera también de mostrarnos que de la mano de Él lo podemos lograr. Si Él no se aferró a nada, por qué tenemos nosotros que aferrarnos al orgullo. Esa actitud de orgullo no solo nos aleja de Aquel que lo dio todo por amor a Su creación, por salvarnos, por dejar el más grande ejemplo de que sí podemos si estamos dispuestos a soltar lo que no es nuestro, lo que nos destruye, lo que nos aleja cada vez más de encontrar la solución a nuestras necesidades que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
¿Qué necesitas para caminar en el ejemplo del Señor?
- Leer la Palabra de Dios.
- Orar en todo momento.
- Pedir a Dios que te permita reconocer cuándo hay que hacer cambios en tu vida.
- Que te dirija en la dirección de restaurar y cambiar tu vida todo lo que se nos pide.
- Acercarnos más al Espíritu Santo para que podamos entender y llevar a cabo.
- Tener la disposición para reconocer y cambiar aquello que nos aleja de resolver nuestros problemas.
Conclusión La intimidación es una herramienta que no es de nuestro Señor, así que es más que claro que es del enemigo y que cumple su propósito de matar, robar y destruir, así que es algo que tenemos que eliminar de nuestras vidas. Además pudimos ver que de la mano de este vienen muchas otras cosas que refuerzan la destrucción. Esto nos muestra la intención de destruir de una u otra forma, pero nuestro Señor solo desea que procedamos a salvación y a reparar y corregir nuestras vidas.
En Romanos 8:26-27 nos dice: “Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios”. Qué hermoso que aun cuando nuestro Señor partió al cielo, nos dejó de ayuda al Espíritu Santo quien nos dirige en oración a orar alineados al propósito de Dios para nuestro bien. ¡Cuán grandioso! Aun cuando no sabemos lo que está mal, ahí estará Él para dirigirnos y enseñarnos la forma correcta.
No estamos solos, en esto vemos que Él trazó un plan para que lográramos Su propósito, Él ya tenía las herramientas para nosotros poder llegar a la estatura de Cristo. Pero solo por medio de Él, negándonos a nosotros mismos para dar toda la gloria, honra y honor a quien lo merece, a nuestro Señor Jesucristo ante quien nos postramos y por quien podremos lograr llegar ante Su Presencia y adorarle como solo Él lo merece. Salmo 96:6-10 dice: ”Honor y majestad lo rodean; fuerza y belleza llenan su santuario. Oh naciones del mundo, reconozcan al SEÑOR; reconozcan que el SEÑOR es fuerte y glorioso. ¡Denle al SEÑOR la gloria que merece! Lleven ofrendas y entren en sus atrios. Adoren al SEÑOR en todo su santo esplendor; que toda la tierra tiemble delante de él. Digan a todas las naciones: ¡El SEÑOR reina!. El mundo permanece firme y no puede ser sacudido. Él juzgará a todos los pueblos con imparcialidad”. Y nosotros su pueblo decimos ven Señor Jesús, amén.
Escrito por: Tatiana Muñiz
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