"Escoge Tus Palabras"
Estudio La Biblia nos enseña que para vivir una vida de santidad es fundamental que aprendamos a controlar la lengua. La razón para que así lo hagamos es que nuestras palabras reflejan lo que hay en nuestro corazón. Mateo 12:34b nos dice que: “lo que está en el corazón determina lo que uno dice...” Muchas veces hablamos a la ligera sin pensar en las consecuencias de nuestras palabras. Como dice Proverbios 4:23: nuestras palabras pueden dar vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias. O sea, debemos tener mucho cuidado de lo que decimos, pues afectaremos a los que escuchen de manera positiva o negativa. Consideremos las palabras que le decimos a los nuestros, a nuestra familia, quizás los hemos dañado con palabras groseras que los han marcado; si así lo hemos hecho pidámosle a Dios que nos dé la humildad para pedirles perdón por nuestras palabras. Lucas 6:45 nos dice: “Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón”. Por tal razón es tan importante que cuidemos que nuestro corazón no sea dañado, para que de el no salgan palabras ofensivas.
¿Qué nos pasa cuando no tenemos control de lo que decimos?
- Podemos dañar a otros con palabras ofensivas.
- Podemos contaminar la vida de otros al promover rumores, chismes, etc.
- Estaremos mostrándole a los que nos escuchen lo dañado que tenemos nuestro corazón.
- Estaríamos dañando nuestro testimonio al no mostrar con nuestras palabras lo que predicamos.
Aplicación Dios nos llama a vivir de manera santa y prudente, y la Palabra nos exhorta a dominar nuestra lengua, de manera que ya no empleemos un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digamos sea bueno y útil, a fin de que nuestras palabras resulten de estímulo para quienes las oigan. Que no paguemos mal por mal, que no respondamos con insultos cuando la gente los insulte, por el contrario, contestemos con una bendición. A esto nos ha llamado Dios, y Él nos concederá Su bendición. Tenemos en la Palabra la promesa de que los que controlan su lengua tendrán una larga vida, más nos hace la salvedad de que abrir la boca sin pensar puede arruinarlo todo (Proverbios 13:3).
El controlar lo que decimos es reflejo de lo que tenemos en nuestro corazón, la Biblia compara las palabras suaves con un árbol de vida, que trae vida y bendición al que las escucha, mientras que palabras engañosas destruyen el espíritu del que las pronuncia y del que las escucha. Debemos ser prestos para oír y lentos para hablar, ya que el hablar demasiado conduce al pecado, así que seamos prudentes y mantengamos la boca cerrada.
Consideremos que en el día del juicio tendremos que dar cuenta de toda palabra inútil que hayamos dicho (Mateo 12:36). Como hijos de Dios y sabiendo que tendremos que rendir cuentas debemos dejar los cuentos obscenos, las conversaciones necias y los chistes groseros. En cambio, que haya en nosotros una actitud constante de agradecimiento a Dios.
¿Qué nos pasa cuando escogemos nuestras palabras?
- Estaremos viviendo la Nueva Vida que Cristo nos dio.
- Hablaremos palabras de vida, edificación y bendición a los que nos escuchan.
- Podemos ser útiles al Reino con nuestro testimonio.
- Viviremos honrando a Dios con nuestra forma de vivir y hablar.
Conclusión
Cuidemos nuestro corazón de lo que lo daña y lo contamina, pues de cómo esté nuestro corazón depende si nosotros dañaremos a otros o por el contrario, podremos ser de bendición a otros compartiendo con ellos palabras de vida y no de muerte. Que nosotros podamos decir como dice el Salmista en el Salmos 71:7-8: “Mi vida es un ejemplo para muchos, porque tú has sido mi fuerza y protección. Por eso nunca puedo dejar de alabarte; todo el día declaro tu gloria”.
Escrito por: Linda Vélez
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