Viviendo Para La Eternidad
Estudio La vida eterna no es solo una promesa futura, sino una realidad presente. Jesús mismo la define como conocer a Dios y a Jesucristo. Juan 17:3 “Y la manera de tener vida enviaste a la tierra”. No se trata simplemente de vivir para siempre, sino de vivir en comunión con Dios desde ahora.
Desde el Edén, Dios ha ofrecido esta vida, y a través de Jesús, esa promesa se hace accesible a todos los que creen en Él. Juan 3:16 “Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Los apóstoles enseñan que es un regalo, no algo que podamos ganar.
Tener vida eterna es vivir transformados por el Espíritu Santo, produciendo frutos como amor, paz y paciencia, y mantenernos firmes aún en medio de pruebas. Romanos 8:18 dice: “Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante”.
¿Qué sucede si vivimos sin conciencia de la eternidad?
- Vivimos centrados en lo material y pasajero.
- Perdemos de vista el propósito eterno de nuestra existencia.
- Nos alejamos de Dios y de su voluntad.
- Corremos el riesgo de vivir sin preparación para lo eterno.
Aplicación
Vivir para la eternidad no es una idea abstracta ni una esperanza lejana: es una invitación diaria a cultivar una relación íntima con Dios. Esto comienza al buscarlo con sinceridad en la oración y el estudio de Su Palabra. Al obedecer Su Palabra en cada aspecto de nuestra vida, demostramos que nuestra fe es viva y activa, como enseña Santiago 1:22: “No solo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos”. Esta obediencia no nace del esfuerzo humano, sino de la transformación que el Espíritu Santo produce en nosotros, guiándonos y moldeando nuestro carácter conforme a Cristo.
Además, vivir con una perspectiva eterna nos permite enfrentar las pruebas con esperanza. Romanos 8:18 nos recuerda que: “Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante”. Esta esperanza nos sostiene, nos da propósito y nos impulsa a reflejar el amor de Cristo en nuestras decisiones cotidianas. Al amar al prójimo, perdonar, servir y sembrar en lo eterno, estamos alineando nuestras prioridades con el Reino de Dios. Como dice 2 Corintios 4:18: “Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre”. Vivir para la eternidad es vivir con propósito, con fe activa y con los ojos puestos en Jesús.
¿Cómo puedo vivir con una perspectiva eterna?
- Buscando a Dios cada día con sinceridad.
- Recordando que esta vida es solo el preámbulo de la eternidad.
- Tomando decisiones alineadas con los valores del Reino.
- Amando al prójimo como expresión de mi amor a Dios.
- Viviendo con la esperanza de que en Cristo tenemos un futuro glorioso.
Conclusión La vida eterna es un regalo inmerecido, ofrecido por gracia a través de Jesucristo. No se trata de una existencia lejana, sino de una vida con propósito, paz y comunión con Dios aquí y ahora. Esta promesa nos invita a vivir con los ojos puestos en lo eterno, sembrando en el Espíritu y permaneciendo fieles a Jesús. “y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre.” (1 Juan 2:17)
Escrito por: Rocío Reyna Rojas
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