La Verdadera Bendición De Dios
Estudio Cuando muchas personas escuchan la palabra “BENDICIÓN”, automáticamente piensan en cosas materiales: salud, dinero, éxito, posesiones o logros visibles. Aunque estas cosas pueden ser muestras de la bondad de Dios, la Biblia enseña que la verdadera bendición de Dios va mucho más allá de lo temporal.
En Efesios 1:3, el apóstol Pablo exalta a Dios porque ya nos ha bendecido con toda bendición espiritual en Cristo. Esta afirmación es profunda. No dice “nos bendecirá” en el futuro, sino “nos bendijo” en pasado. Es un hecho cumplido para quienes están en Cristo. No se limita a “algunas bendiciones”, sino a toda bendición espiritual. No provienen de nuestra fuerza, sino “en los lugares celestiales en Cristo”, es decir, desde la esfera del reino de Dios, eterna y perfecta.
Estas bendiciones incluyen:
- La elección y adopción como hijos de Dios (Efesios 1:4-5).
- La redención por medio de la sangre de Cristo (Efesios 1:7).
- El perdón de nuestros pecados (Efesios 1:7).
- La revelación de su voluntad y propósito eterno (Efesios 1:9-10).
- La herencia eterna garantizada por el Espíritu Santo (Efesios 1:11-14).
Todas estas bendiciones son espirituales, no en el sentido de que sean “menos reales”, sino que pertenecen al ámbito eterno, donde no se corrompen ni desaparecen.
Jesús también enseñó sobre la verdadera bendición en Mateo 5 (las Bienaventuranzas). Allí dijo que son bienaventurados —es decir, verdaderamente bendecidos— los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón, entre otros. Esto nos muestra que la verdadera bendición no siempre se ve cómo el mundo la ve, pero tiene un valor eterno incomparable.
Aplicación
Muchas veces, medimos la bendición de Dios por lo que tenemos o por cómo van las circunstancias externas. Cuando todo va bien, decimos “¡estoy bendecido!”; pero cuando llegan dificultades, pensamos que Dios se ha alejado. Sin embargo, la Palabra nos recuerda que nuestra mayor bendición no está en lo que poseemos, sino en quién poseemos: a Cristo mismo.
Si tienes a Cristo, ya tienes la bendición más grande: salvación, perdón, adopción y una herencia eterna que nadie te puede quitar. Las bendiciones materiales son pasajeras; las espirituales permanecen para siempre. Esto nos libera de la ansiedad de compararnos con otros. No importa si tienes poco o mucho en lo natural: en Cristo, ya has recibido “toda bendición espiritual”.
Conclusión Vivir conscientes de esta verdad transforma nuestra actitud. Dejamos de quejarnos por lo que falta y empezamos a alabar por lo que ya tenemos en Él. La verdadera bendición de Dios es una condición de vida en relación con Él, caracterizada por Su gracia, amor, perdón y la salvación a través de Cristo, no solo por la prosperidad material, sino más bien por la paz y la esperanza que provienen de conocerlo y vivir conforme a Sus propósitos.
Oración
“Padre, gracias porque en Cristo ya me has bendecido con toda bendición espiritual. Gracias por tu amor, por adoptarme como tu hijo, por perdonarme y darme una herencia eterna. Ayúdame a valorar más lo eterno que lo temporal, y a vivir cada día agradecido por todo lo que ya tengo en ti. Que mi corazón esté lleno de gratitud, aun en medio de las pruebas, sabiendo que Tú eres mi verdadera bendición. Amén.”
Escrito por: Raphel Sánchez
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