La Realidad De Los Conflictos Familiares
Estudio Hemos visto cómo a través de los años el sistema o grupo familiar se ha ido deteriorando; cómo la sociedad ha ido minimizando los derechos y deberes de dicho grupo, debilitando así uno de los pilares más fuertes de la sociedad, ya que estos son los responsables de instruir al individuo y encaminarlo para vivir en esta vida como personas que aportan y no que destruyen. Hemos permitido que los valores, el buen carácter y tantas cosas que nos han enseñado de generación en generación se tergiversen y se transgredan. Es nuestra responsabilidad como individuos pero más aún como cristianos de velar e instruir a nuestra próxima generación en lo bueno, lo agradable, lo correcto, la sana convivencia, los valores y todo aquello que nos identifica como seguidores de Cristo.
Pablo decía en su carta a los corintios en 1 Corintios 11:1: “Y ustedes deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo”. El apóstol hacía referencia a esto porque él se sujetaba a las enseñanzas de Cristo. Él entendió que el único que tenía el poder de transformar una vida de error, de pecados e instrucciones incorrectas era Cristo. En lo personal él lo había experimentado, cómo de ser un asesino que perseguía a la iglesia, terminó rendido a los pies de Aquel al que él perseguía. Mateo 25:40 nos dice: “Y el Rey dirá: “Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”.
Pablo no sabía a quién estaba persiguiendo por las enseñanzas incorrectas que había recibido. Pero Cristo, en Su infinita misericordia y tan grande amor, ya había trazado un plan de salvación para él y un futuro que marcaría la historia de la iglesia y más aún, su propia historia. Vemos a uno de los apóstoles más grandes de la historia de la iglesia, cómo de vivir una vida de espaldas a Dios con tan solo un encuentro con el Santo Redentor, todo giró a favor de él y de la iglesia. Para vivir una vida siendo imitador de Aquel que lo sacó de las tinieblas a su luz admirable.
Por las cosas que hemos establecido como conflictos familiares vemos que ninguno representa a los valores del Evangelio. Todos y cada uno de ellos son las artimañas que utiliza el enemigo para traer discordia, contienda, ira, peleas y tantas otras cosas que no son para nada beneficiosas ni buenas. Pero ya que hemos establecido eso, tenemos que encontrar la forma de ayudar o corregir lo que nosotros mismos hemos provocado.
Es muy importante enfocarnos en la próxima generación y comenzar a trabajar para mostrarles lo que es correcto y lo que se debe hacer. Nuestro modelaje, todo lo que hacemos en nuestro diario vivir debe ir alineado a la Palabra de Dios. Esto lo logramos cuando verdaderamente reconocemos que no hemos muerto a nuestra carne, a los deseos del mundo, a lo que trae satisfacción, a las actitudes y formas de vivir que tenemos que separar de nosotros pero que obviamente nada podemos hacer sin el Señor. Él es nuestro ejemplo a seguir; Él caminó en la tierra y sufrió lo que nosotros sufrimos, vivió lo que nosotros vivimos para ser el ejemplo perfecto a seguir.
En 1 Pedro 2 explica cómo debemos ser, aunque a sabiendas de que no lo lograremos sin Él. En 1 Pedro 2: 21-25 nos dice: “Pues Dios los llamó a hacer lo bueno, aunque eso signifique que tengan que sufrir, tal como Cristo sufrió por ustedes. Él es su ejemplo, y deben seguir sus pasos. Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría.Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia. Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, ustedes son sanados. Antes eran como ovejas que andaban descarriadas. Pero ahora han vuelto a su Pastor, al Guardián de sus almas”.
¿Qué podemos hacer para mostrarnos a Dios?
- Amarnos los unos a los otros.
- Dar la mano al que está caído.
- Ayudar a los que están en necesidad.
- Servir en nuestras iglesias.
- Buscar la voluntad de Dios.
- Servir en nuestros trabajos y ser ejemplos de Cristo.
- Ver a nuestras familias como Cristo nos vio a nosotros.
- Aprender a buscar la paz y seguirla.
Aplicación Todo este proceso puede resultar muy complejo para nuestras vidas, pero mira lo que Romanos 8: 28-29 nos dice: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor entre muchos hermanos”. Esto es un gran ejemplo de que Dios nos promete que si nos mantenemos cerca de Él, Él hará que todo sea para el bienestar de nuestras vidas para así impactar a nuestras familias y a la sociedad.
Es nuestra responsabilidad velar por el futuro de nuestros hijos, pero solo lo lograremos acercándonos más a Él que fue nuestro mejor ejemplo. Jesús no tan solo vino a dejar un ejemplo de vida, vino también para que entendiéramos que en Él todo es posible, que Él puede transformarnos de una forma maravillosa como lo podemos ver a través de la Biblia y de tantas historias de cambios y ejemplos dados. Pablo fue un gran ejemplo de esto, él pasó de matar cristianos seguidores de Cristo, a predicar las nuevas buenas de salvación.
Filipenses 3:1-11 nos explica de forma muy directa y hermosa lo que era Pablo y en lo que Dios lo transformó. “Mis amados hermanos, pase lo que pase, alégrense en el Señor. Nunca me canso de decirles estas cosas y lo hago para proteger su fe. Cuídense de esos «perros», de esa gente que hace lo malo, esos mutiladores que les dicen que deben circuncidarse para ser salvos. Pues los que adoramos por medio del Espíritu de Dios somos los verdaderos circuncisos. Confiamos en lo que Cristo Jesús hizo por nosotros. No depositamos ninguna confianza en esfuerzos humanos aunque, si alguien pudiera confiar en sus propios esfuerzos, ese sería yo. De hecho, si otros tienen razones para confiar en sus propios esfuerzos, ¡yo las tengo aún más! Fui circuncidado cuando tenía ocho días de vida. Soy un ciudadano de Israel de pura cepa y miembro de la tribu de Benjamín, ¡un verdadero hebreo como no ha habido otro! Fui miembro de los fariseos, quienes exigen la obediencia más estricta a la ley judía. Era tan fanático que perseguía con crueldad a la iglesia, y en cuanto a la justicia, obedecía la ley al pie de la letra. Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!”
¿Qué necesitas para ser un buen reflejo de Dios?
- Leer la Palabra de Dios.
- Orar en todo momento.
- Pedir a Dios que te permita reconocer cuándo hay que hacer cambios en tu vida.
- Que te dirija a restaurar y cambiar tu vida en dirección a lo que Jesucristo modeló en la tierra.
- Acercarnos más al Espíritu Santo para que podamos entender y llevar a cabo todo lo que se nos pide.
- Tener la disposición para reconocer y cambiar aquello que nos aleja a nuestro propósito.
Conclusión Como Cristianos debemos escudriñar las Escrituras cada día para buscar la forma de ser semejante a Él, para que seamos ejemplos y testimonios vivos de lo que Dios hace cuando nos rendimos a Él en sacrificio. Ver a través de la Palabra nuestras fallas, errores, pecados, injusticias. Para trabajar con nuestros conflictos familiares primeramente escudriñemos nuestra vida, nuestro corazón y las verdaderas intenciones que tenemos cuando nos manejamos ante otros. Aprendamos de Cristo que es manso y humilde de corazón.
Escrito por: Tatiana Muñiz
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