" La Esclavitud De La Amargura "
Estudio La amargura en griego pilkria, significa; punzante, específicamente veneno, atravesar, perforar, amargo. Es decir que una persona con amargura en su corazón literalmente destila veneno, perfora el alma de las personas con sus palabras, es punzante como un cuchillo, y sobre todo su sabor es amargo. Es el resultado de sentimientos no resueltos que han calado profundo en nuestro corazón, por ejemplo la ira no resuelta, corajes, rencores, celos, envidias, decepciones, venganzas, calumnias, chismes, paranoia, cinismo, etc., por eso es tan difícil deshacernos de ella.
Muchas veces, aún siendo Cristianos no vemos la amargura como pecado porque la justificamos por el mal que nos hayan hecho, viéndonos como víctimas y con derecho a defendernos. Sin embargo, tenemos que reconocer que la Palabra dice que debemos guardar nuestro corazón sobre todas las cosas y que el permitir alojar sentimientos que puedan generar amargura en nuestro corazón es pecado. Pues Dios nos ha llamado a perdonar a nuestros ofensores así como Jesús perdona a los que le ofendemos. Por lo tanto, si hemos guardado alguno de estos sentimientos, o peor aún, ya hemos desarrollado raíces de amargura debemos reconocerlo y arrepentirnos, ya que mientras más tardemos en hacerlo, más atados estaremos a ellas perdiéndonos de vivir en la libertad a la que Cristo nos llamó.
¿Qué sucede cuando estamos atados por la amargura?
- Vivimos en pecado y somos esclavos de él.
- No tenemos relaciones sanas con nuestros semejantes
- Vivimos en insensatez y separados de Dios.
- Nos impide alcanzar la gracia de Dios.
- Vivimos con enojo y dan paso al enemigo.
Aplicación Jesucristo nos advierte en Su Palabra que en este mundo tendremos aflicciones, pero que confiáramos en Él pues Él había vencido al mundo. Por lo tanto, debemos permanecer en paz, aún en esos tiempos en que somos lastimados, sufrimos por alguna injusticia, o situaciones que vienen a dañarnos. No debemos permitir que esos sentimientos dañen nuestro corazón provocando raíces de amargura y llevándonos a vivir en pecado y apartados de Dios. La única forma de mantener nuestro corazón sano es viviendo en comunión con Dios, ya que el Espíritu Santo, nos dará la voz de alerta ante los sentimientos que quieran generar en nosotros raíces de amargura y así podamos rechazarlos en el Nombre de Jesús.
Cómo liberarnos de la atadura de la amargura:
- Reconocer nuestro pecado y arrepentirnos para poder recibir la sanidad de Dios.
- Someternos a Dios en todo para que Él renueve nuestros corazones.
- Someternos a Dios para que cambie nuestra manera de pensar.
- Aprendiendo a perdonar a los que nos han lastimado y nos han ofendido.
- Aceptar que la Voluntad de Dios que es siempre es buena y perfecta.
Conclusión El Salmo 32:3-5, nos dice: “Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y Tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.” La única forma en que podemos romper con la esclavitud de la amargura es viviendo en comunión y en obediencia a Dios. Debemos recordar siempre las Palabras de Jesús cuando nos dijo: “Separados de mí nada podrán hacer.” Así que siendo libres de la esclavitud de la amargura podemos gozar de la gracia de Dios y vivimos en paz con nosotros, con nuestros semejantes y con Dios.
Escrito por: Elizabeth Diaz
|