"Un Ejemplo Destructivo"
Estudio La familia es una institución creada por Dios donde hombre y mujer se complementan y tienen hijos para juntos vivir para darle gloria a Dios. Satanás, por su parte sabe que una familia temerosa de Dios va contra su deseo de robar, matar y destruir, de modo que busca todas las estrategias posibles para dañar la familia. Si vivimos de una manera ligera, afectaremos a nuestra familia y a los que nos rodean, pues ellos verán cómo nos comportamos, qué actitudes asumimos, cómo hablamos y qué cosas decimos, de manera que tenemos que ser responsables de vivir agradando a Dios y así dar ejemplos positivos a los nuestros y no, malos ejemplos que nos llevarán a la destrucción, no sólo a nosotros sino también a los nuestros.
¿Qué sucede cuando vivimos de manera irresponsable siendo mal ejemplo para nuestra familia y para todos?
- Nos iremos destruyendo cada día por nuestros pecados.
- Afectaremos a nuestra familia pues ellos sufren por nuestra conducta errónea.
- Estaremos dando un muy mal ejemplo, y eso es lo que los nuestros aprenderán.
- Estaremos dañando a las personas que Dios puso bajo nuestro cuidado.
AplicaciónLa Biblia nos muestra varios casos donde el pecado de un hombre afecta a su familia pues ellos sufren las consecuencias. Algunos de ellos son: el sacerdote Eli, que aún sabiendo que sus hijos pecaban, no los reprendió y permitía que continuaran en sus conductas pecaminosas. Dios nos manda a enseñarle la Palabra y el temor de Dios a los nuestros. Deuteronomio 6: 5-7 nos dice: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. Debemos nosotros vivir una relación íntima con Dios para que nuestras palabras no sean huecas. Proverbios 29:18-19 nos habla de eso. Otro ejemplo es David, el cual pecó contra Dios al tomar por mujer a la mujer de otro y luego mandar a matar al marido de ésta. David no escuchaba la voz del Espíritu Santo redarguyéndole y Dios envió al profeta Natán para confrontar a David con su pecado. Luego David se arrepintió, pero su pecado trajo consecuencias a toda su familia. Dios nos llama a nosotros como padres a vivir una vida de obediencia a Él de manera que podamos ser ejemplos de bendición y no de destrucción. Nos llama a vivir el Evangelio y no sólo hablarlo pues nuestros hijos seguirán como ejemplo lo que ven y no lo que oyen de nosotros. En su infinita misericordia al volvernos a Dios, Él nos cambia de tal forma que aun nuestros cónyuges, hijos y demás personas que nos conocen vean el cambio en nuestra vida y vean como hay esperanza cuando nos volvemos a Dios para vivir conforme a Su Voluntad. Asegurémonos de ser un ejemplo de bendición y no uno de destrucción para nuestra familia.
Si reconocemos que hemos sido ejemplo destructivo para los nuestros:
- Dios nos da la oportunidad de volvernos a Él arrepentidos y así vivir agradándole.
- Nuestra vida cambiará a medida que nos consagremos a Dios y por ende, los nuestros verán el cambio en nosotros y se volverán a Dios.
- Podremos hablar y disciplinar a nuestros hijos ya no sólo con palabras, pues ellos verán el cambio en nosotros y aprenderán a respetarnos.
- Dios se agradará de nosotros cuando reconocemos nuestros pecados, nos arrepentimos y enmendamos nuestros errores.
Conclusión Efesios 6:4 nos insta a no hacer enojar a nuestros hijos con la forma en que los tratamos. Más bien, criémoslos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor. Disciplinar a un niño produce sabiduría, pero un hijo sin disciplina avergüenza a su madre (Proverbios 29:15), asegurémonos de que nuestra disciplina esté sustentada con nuestro ejemplo. Recordemos que Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto, sea bueno o sea malo (Eclesiastés 12:14). Cumplamos con la responsabilidad que Dios ha puesto en nuestras manos.
Escrito por: Elizabeth Díaz
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