"La Cueva De La Desobediencia"
Estudio La desobediencia es el acto de no cumplir con las reglas establecidas, y el hombre fue creado para seguir y obedecer el plan de Dios. Sin embargo vemos, cómo el primer hombre falla al desobedecer a Dios. Ese acto de desobediencia trajo como consecuencia muerte y maldición (Génesis 3), ya que la paga del pecado es muerte. Hombres como Adán, Abraham, Moisés, David y muchos más desobedecieron a Dios en algún momento de sus vidas y pagaron las consecuencias de sus actos. El pueblo de Israel fue un pueblo rebelde y por su rebeldía perdieron muchas bendiciones. Hoy el hombre vive igual, una vida de rebeldía y desobediencia, tratando de hacer las cosas a su manera y no a la manera de Dios, de ahí tantos problemas y situaciones complicadas que nos toca vivir, consecuencias de nuestro pecado, de la desobediencia a nuestro Creador.
¿Qué le sucede al hombre cuando vive en desobediencia a Dios?
- Vive una vida de pecado y desobediencia constante.
- Vive alejado de Dios, muerto espiritualmente o vive huyendo de la Presencia de Dios al reconocer que está mal, pero no se arrepiente.
- No recibe las bendiciones que Dios ha preparado para Sus hijos.
Aplicación
Cuando nos convertimos, viene a nosotros una convicción de pecado y la necesidad de recibir a Cristo como nuestro Salvador. Entonces comienza en nosotros una lucha interna al tratar de obedecer a Dios, una lucha contra la carne, el pecado y el mundo.
La cueva de la desobediencia es esa lucha interna que vive el hombre cuando desobedece a Dios. Es la actitud que asumimos o el lugar a donde vamos para no ser confrontados con nuestro pecado. Tito 1:15-16 nos dice: “Todo es puro para los de corazón puro. En cambio, para los corruptos e incrédulos nada es puro, porque tienen la mente y la conciencia corrompidas. Tales personas afirman que conocen a Dios, pero lo niegan con su manera de vivir. Son detestables y desobedientes, no sirven para hacer nada bueno”. Esas personas viven en las cuevas de desobediencia. El pueblo de Israel hizo lo malo ante los ojos de Jehová y se escondieron en cuevas (Jueces 6:1-3). Más Dios ha mostrado Su amor para con nosotros en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros. Él es nuestro abogado ante el Padre y si vamos arrepentidos ante Él, recibimos el perdón de nuestros pecados y nuestra relación con Dios es restaurada. David así lo hizo cuando el profeta Natán lo confrontó con su pecado, se humilló ante Dios y fue perdonado. Pablo decía: “¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado”. Esa era la realidad de Pablo y es la de todos los hijos de Dios, es por eso, por lo que no podemos ni debemos vivir sin someternos a Dios en obediencia ya que como nos dijo Jesús, “separados de Mi nada podrán hacer”(Juan 15:5).
Una vida de obediencia a Dios nos lleva a:
- Vivir en paz y comunión con Dios sin tener que escondernos en cuevas.
- Ver cumplido el propósito de Dios en nuestra vida.
- Recibir todas las bendiciones de Dios para nosotros y para los nuestros.
Conclusión Reflexionemos en los momentos dolorosos, difíciles y de calamidad que hemos vivido, y sabiendo todas las consecuencias de la desobediencia, decidamos hoy comprometernos con Dios en obediencia y dependencia total de Él.
Escrito por: Elizabeth Díaz
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