Caigamos De Rodillas
Estudio Arrodillarse viene del verbo hebreo “ba-rak”, posiblemente se deriva de la misma raíz que la palabra para bendición; lo que puede indicar que al menos algunas veces, se otorgaban las bendiciones mientras las personas estaban arrodilladas. Al implorar favor una persona puede arrodillarse en un acto de respeto o para explorar favor; como cuando un “jefe de 50” que representaba al rey Ocozías se arrodilló ante Elías para rogar por su vida y por los hombres que lo acompañaban (2 de Reyes 1:13).
Durante la oración los adoradores verdaderos solían arrodillarse al orar a Dios, pues esta postura era un buen reflejo de la humildad. En el libro de Esdras 9:5 nos dice: “A la hora del sacrificio, me levanté de donde había estado sentado haciendo duelo con mis ropas rasgadas. Caí de rodillas y levanté las manos al SEÑOR mi Dios”. Jesucristo mismo puso el ejemplo de arrodillarse al orar a Dios Padre. Mientras estaban en el Jardín del Getsemaní la noche en que lo traicionarían, Jesús dobló las rodillas y se puso a orar. (Lucas 22:41) La expresión doblar rodillas indica humillación, algo que se hace para rendir homenaje a un ser superior. Cuando el faraón exaltó a José, dio orden de que se pregonaran delante de él: “Doblen sus rodillas”.
Daniel era un personaje que daba mucha importancia al doblar rodillas en la oración. El libro de Daniel 6:10 nos dice: “Sin embargo, cuando Daniel oyó que se había firmado la ley, fue a su casa y se arrodilló como de costumbre en la habitación de la planta alta, con las ventanas abiertas que se orientaban hacia Jerusalén. Oraba tres veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios”. Daniel tenía costumbre de ir tres veces al día a un lugar especial con el fin de conversar con Dios. En realidad, esto no nos impresiona tanto, hasta que llegamos a saber cuál era el edicto que había sido firmado en el versículo que acabamos de leer; el edicto se encuentra en el versículo (7) siete, y dice así: “Ordene usted que, en los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano - excepto a usted, su majestad -, sea arrojado al foso de los leones”. Ciertos hombres se había juntado por envidia que tenían de Daniel, en un esfuerzo de quitarlo fuera de sus vidas; ellos sabían que Daniel oraba todos los días a su Dios; ellos sabían que la oración era importante para él, y para humillarlo le presentaron al rey un edicto para ser promulgado. Claro está que el rey, muy elogiado por tal edicto, lo promulgó y su palabra era irrevocable hasta terminar los 30 días. ¿Qué haría Daniel? Tenía varias opciones: podía dejar de orar por 30 días, podía orar en silencio en su corazón y nadie se daría cuenta; pero Daniel NO se avergonzaba de su Dios. Dios y la comunicación con Él era lo más importante para Daniel, y prefería morir antes de abandonar la oración. Daniel fue fiel a Dios y llorando, fue echado al foso de los leones; pero Dios envió ángeles y taparon la boca de los leones y no hicieron daño a Daniel. Su actitud fue de humillación y de clemencia para su pueblo, de rodillas es mejor.
- Como padre o madre, ¿has modelado la oración poniéndote de rodillas ante tu familia?
- ¿Qué tanto desarrollas la humildad en tu familia, en tu casa o lugar de trabajo?
- ¿Podrías desarrollar esta actitud de reverencia en cualquier lugar? ¿Por qué?
Aplicación
Cuándo veamos que en nuestra vida el orgullo se está apoderando de nosotros, la mejor manera de rendirnos ante Dios es caer de rodillas y reconocer que esta actitud no honra a Dios, confesar el pecado y clamar por la intervención divina es lo que nos hará crecer espiritualmente. Los mejores resultados vienen cuando trabajamos de rodillas y en humildad delante de Dios. Las personas que sienten en sus corazones el deseo de servir a Dios necesitan una intervención divina en primer lugar. El orgullo y la arrogancia no tienen cabida en el reino de Dios, tarde o temprano lo podrás comprobar, porque Él mismo te lo hará ver.
- Como iglesia, busquemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y de rodillas.
- Como hijos de Dios, no olvidemos Quién es el único que merece nuestra adoración y honra, modelemos a nuestra familia y practiquemos de rodillas en nuestro altar de adoración.
Conclusión
La humildad es esencial en nuestra relación con Dios y con los demás. Es un pilar en la enseñanza cristiana y se refleja en la vida y enseñanzas de Jesús. La humildad nos permite acercarnos a Dios y experimentar Su amor y gracia. Cuando reconocemos nuestra pequeña y dependencia de Él, abrimos nuestro corazón a Su dirección y guía. La humildad nos permite construir relaciones auténticas basadas en el amor y el respeto mutuo. La humildad nos lleva a seguir el ejemplo de Jesús que a pesar de ser Dios, se humilló a sí mismo para servir y salvar a la humanidad.
Escrito por: Mónica Sosa
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