"Consecuencias De La Indiferencia"
Estudio
La indiferencia se define como el estado de ánimo en que una persona no siente inclinación ni rechazo hacia un sujeto, un objeto o un asunto. Es una actitud de desinterés y despreocupación por lo que se refiere a un asunto determinado. Todos, en algún momento, hemos sido indiferentes a alguien o a algo; sin embargo, no nos gusta sentir la indiferencia que otros muestran hacia nosotros. Por ejemplo: a nadie le gusta hablar y darse cuenta de que a los que les hablas no te prestan atención; un maestro se frustra cuando se esmera por enseñar algo y a sus estudiantes no les importa aprender; los padres se duelen cuando ven que sus hijos son indiferentes a las reglas del hogar.
Todos nos hemos dolido, nos ha dado tristeza y hasta coraje el que otros sean indiferentes a nosotros. Ahora bien, que esa actitud la asuman las personas del mundo, los que no han conocido a Dios, pues no han recibido en sus corazones el mensaje de Dios. Pero, que nosotros, los hijos de Dios asumamos una actitud de indiferencia hacia la Palabra de Dios y lo que ella representa, definitivamente le duele a Dios, y de seguro Él no se quedará indiferente a nuestra actitud.
¿Qué consecuencias tiene en nosotros la indiferencia?
- Nos volvemos sordos y ciegos ante lo que Dios quiere para nosotros.
- Preferimos escuchar fábulas en vez de la Palabra.
- Cosecharemos la indiferencia que sembramos.
- No reflejamos en nuestra vida el carácter y el amor de Jesucristo.
- No reconocemos la soberanía y el señorío de Dios en nuestra vida.
Aplicación
Dios nos ha llamado, y es por medio del Espíritu Santo que hemos podido responder y reconocer en nuestro corazón nuestro pecado, arrepintiéndonos y aceptando el sacrificio de Cristo en la cruz para el perdón de nuestros pecados. Pasamos a ser hijos de Dios y el Espíritu nos va transformando día a día en la nueva criatura que ahora somos en Cristo. Comenzamos una relación con Dios, y en la medida en que hablemos con Él en oración, estudiemos y escudriñemos Su Palabra y sometamos nuestro yo y nuestra mente a Él, seremos transformados a la imagen de Cristo, cumpliéndose así el propósito para el que fuimos creados. De esta manera podremos reconocer la soberanía de Dios y que todo lo que tenemos y logramos es gracias a Él. Eso nos lleva a vivir una vida en temor a Él, obedeciendo Su Palabra, amando a los otros como Él nos ha amado. El congregarnos, participar de las actividades de la iglesia, el ser humildes, el no juzgar, el levantar al caído, el servir con amor, el ser una mano amiga al que necesite, y en fin, el estar siempre dispuestos al servicio de Dios, son prácticas que solo con la ayuda del Espíritu Santo podemos hacer, pues sin Dios, dice Su Palabra “nada podemos hacer”.
Cuando no somos indiferentes a Dios:
- Le permitimos al Espíritu Santo obrar en nosotros.
- Vivimos en la paz y en el gozo que solo provienen de Dios.
- Somos útiles a Su Reino.
- Hacemos todo de corazón, como para el Señor.
- Reflejaremos el amor de Dios en nuestra vida.
Conclusión
En Mateo 7:21 Jesús dijo: “No todo el que me llama: !Señor, Señor! entrará en el Reino de los cielos. Sólo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el Cielo.” Sabiendo esto, analicemos cómo estamos viviendo nuestra fe, a nuestra manera o a la manera de Dios? Estaremos siendo sabios (escuchamos y seguimos la enseñanza de Dios) o seremos necios (no obedecemos la enseñanza de Dios)? Mateo 7:24 y 26.
“No nos dejemos engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.” Gálatas 6:7. Que cuando nos presentemos ante el Rey lo escuchemos decir a los que estemos a Su derecha: “Vengan ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo”. Mateo 25:34 Aleluya!!!!
Escrito por: Linda Vélez
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