"El Orgullo Del Corazón Endurecido"
Estudio El orgullo es poner nuestra confianza en nosotros mismos, nuestras capacidades, posesiones, nuestra condición, etc. El orgullo es lo opuesto a la humildad y nos lleva a rebelarnos ante Dios. Perdemos de perspectiva que solo por gracia somos salvos y por la misericordia del Señor, quien sacrificó a Su Hijo para que pagara por nuestros pecados, hoy podemos estar en una relación directa con el Padre. Nuestra naturaleza es mala, sí, la suya y la mía también, dice la Palabra que bueno no hay ni uno solo, sólo Dios. Entonces cuando olvidamos que nosotros también dependemos de la gracia y misericordia de Dios, olvidamos que Dios nos mandó a perdonar a otros cuando nos ofenden. Y aquí comienza el proceso de un corazón lleno de orgullo el cual llega a endurecerse. Todos pasaremos por situaciones donde seremos lastimados, ofendidos, maltratados, humillados, etc. Pero también en otros momentos seremos los que ocasionemos los mismos a otras personas, con o sin intención, pero eso no cambia el sentir de la otra persona. El corazón llega a endurecerse cuando pensamos que somos más que aquel que nos hace daño y olvidamos que la misericordia debe alcanzarnos a todos. No debemos perdonar porque el otro se arrepienta sino porque la Palabra de Dios dice que sobre todas las cosas debemos guardar nuestro corazón porque de el emana la vida. Y si mi corazón se endurece mi relación con Dios va disminuyendo, mi sensibilidad a Su Voluntad y a Su voz disminuyen y termino por llenarme de amargura, pues ya mi enfoque no es Cristo, sino mi situación o condición. Cuando hacemos esto dejamos de darle la gloria a Dios para dárnosla a nosotros mismos, porque nos convertimos en el centro y eje de nuestras vidas.
¿Qué sucede cuando tenemos el corazón endurecido por causa del orgullo?
- Dejamos de valorar el sacrificio de Cristo en la Cruz.
- Menospreciamos la obra de Dios en nuestra vida.
- Nos rebelamos ante el Padre y dejamos de hacer Su Voluntad.
- Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios.
Aplicación
Todos vamos a pasar por situaciones que pueden llevarnos a endurecer nuestros corazones, la diferencia está en lo que decidimos hacer con ellas. Dios nos enseña que el mundo va a ofrecernos placeres que se opongan a Su Voluntad, pero nosotros debemos resistirlos si queremos agradar a Dios. En
1 Juan 2:16 nos dice: “Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo”.
En la Biblia vemos como Dios aborrece el orgullo y nos muestra que es un pecado como cualquier otro, que desagrada a Dios en gran manera. Cuando nos llenamos de orgullo y dejamos de reconocer a Dios como el todo en nuestra vida, permitimos que toda clase de maldades entren en ella. (Romanos 1:28-30) Pero así mismo
Santiago 4:6, nos afirma: “Y él da gracia con generosidad. Como dicen las Escrituras: «Dios se opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes».”
Entonces debemos procurar mantener nuestros corazones libres de orgullo y enfocados en Cristo, reconociendo que no importa las situaciones que atravesemos Él todo lo ve, todo lo sabe y a todo responde. Dios es Soberano y nada sucede sin que Él lo permita. Dios va delante de nosotros en todo tiempo, cuidándonos, ayudándonos, proveyendo para nosotros y dirigiendo nuestro corazón.
¿Cómo comba<r el orgullo y evitar o romper el endurecimiento del corazón?
- Tener una relación constante con Dios, nuestro Padre, de intimidad (Tiempo devocional-oración, estudio de la Palabra, alabanzas, etc.).
- Pedirle al Espíritu Santo que nos revele lo que no es de Su agrado.
- Cada vez que algo o alguien te incomode ora por esa persona o esa situación. Identificar lo que nos estorba en nuestra relación con Dios es primordial.
- Humillarnos ante Dios y reconocer nuestras faltas.
- Perdonar y pedir perdón.
- Alabar y dar gracias a Dios en TODO tiempo, por lo que ya ha hecho por nosotros.
Conclusión En Lucas 18:9-14 en la Parábola del fariseo y el cobrador de impuestos, Dios nos da una lección de humildad. No debemos exaltarnos a nosotros mismos pues seremos humillados, en cambio si nos humillamos, seremos exaltados. Nuestros ojos deben permanecer en Cristo, y nuestra vida reflejar el amor y el servicio al prójimo. Nuestro corazón debe permanecer humilde y reconocer que en esta vida el protagonista es Dios y nosotros sólo somos instrumentos por Su gracia. Reconozcamos que existimos por Él, en Él y para Él. De esta manera mantendremos nuestro corazón humilde y dispuesto para la obra del Señor en nuestra vida y viviremos agradecidos.
Escrito por: Elizabeth Díaz
|