"Cuando Nos Azota Lo Inesperado"
Estudio Cuando entregamos nuestra vida a Dios, el Espíritu Santo comienza una transformación en nosotros, de manera que cada día nos vayamos pareciendo más a Jesús en nuestro comportamiento, pensamientos y actitudes. Pero, ¿qué pasa cuando nos azota lo inesperado? La palabra “azote” significa: golpe, pegar, forma de castigo, entre otros. Algunos Cristianos piensan que porque se convirtieron a Cristo ya no tendrán sufrimientos ni aflicciones, de manera que cuando les llega algo inesperado (alguna situación difícil, problemas, calamidades, enfermedades, muertes, etc.) no saben cómo reaccionar y algunos piensan que Dios es el culpable o que Dios los está castigando. La realidad es que Dios permite que pasemos por aflicciones y situaciones difiiciles con diferentes propósitos. Él nos muestra Su Amor y Misericordia en todo tiempo, y estas situaciones pueden atraernos o acercarnos más a Dios, ayudarnos a madurar, formar nuestro carácter conforme a Su Voluntad para poder ministrar a otros; o como consecuencia de nuestras decisiones. Y ese azote inesperado puede incluso llevar a muchos a abandonar la fe y alejarse de Dios. Es importantísimo que tengamos el hábito de leer la Biblia y de tener una relación íntima con Dios. Haciendo eso, aprenderemos que el Señor disciplina a los que ama y castiga (azota) a todo el que recibe como hijo (Hebreos 12:6). La disciplina de Dios es a través de Su Palabra. La Palabra es viva y poderosa, es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos (Hebreos 4:12). La Palabra nos muestra la verdad y nos confronta con lo que está mal en nuestra vida; nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Como hijos de Dios que somos, Él nos disciplina, y si Dios no nos disciplina, quiere decir que no somos Sus hijos, seríamos ilegítimos. Si respetamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinan, entonces, ¿acaso no debemos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?
¿Qué pasaría en nosotros si vivimos culpando a Dios de todo lo malo que nos pasa?
- Estaríamos demostrando que no conocemos el amor y el carácter de Dios.
- Nos apartaríamos de la fe.
- Viviríamos sin esperanza y en derrota.
- Enfrentaremos a nuestros enemigos y saldremos victoriosos.
Aplicación
Nuestra vida debe ser una de total y plena confianza en Dios, sin olvidarnos que Jesucristo antes de morir nos advirtió que: “en el mundo tendríamos aflicciones,” pero que confiáramos en Él, pues había vencido al mundo. Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento (Santiago 1:17). El propósito de Satanás (ladrón) es robar, matar y destruir todo lo bueno que Dios tiene para nosotros. Entonces, no podemos creer que ninguna situación difícil, calamidad, enfermedad, conflicto, muerte, etc., vienen de parte de Dios, si no que vienen como consecuencias de nuestros pecados o como una acción de nuestro enemigo para apartarnos de nuestro propósito en Dios, y vemos el ejemplo en Job. Cuando nos azote lo inesperado, nos agote y nos destroce, recordemos que la Palabra dice que todo obra para bien a los que amamos a Dios, a los que conforme a Su propósito han sido llamados. Dios torna aún la situación más difícil para nosotros de manera que obren para nuestro bienestar, para que veamos la gloria de Dios en nuestras vidas. Cuando nos azote lo inesperado clamemos y gimamos a Dios con el corazón angustiado y Él nos escuchará. Olvidemos las quejas y hagamos de la gratitud nuestro sacrificio diario a Dios, entonces Dios nos dirá; “llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria” (Salmo 50:15).
Cuando nos azota lo inesperado...
- Viviremos confiados en Dios y creyendo cada una de Sus promesas.
- No tendremos temor de recibir malas noticias pues estamos bajo la cobertura de Dios.
- Viviremos en gratitud continua a Dios y dándole gloria y honra a Él.
- Enfrentaremos a nuestros enemigos y saldremos victoriosos.
Conclusión
Tenemos de Dios la promesa de que Él fijará Sus ojos sobre nosotros, nos hará entender y nos enseñará el camino en que debemos andar. Entreguémosle a Él nuestras cargas y Él cuidará de nosotros. Dios no permite que los justos tropiecen y caigan. Recordemos siempre que aún en medio de los azotes es mejor confiar en el Señor que confiar en el hombre.
Escrito por: Linda Vélez
|