La Importancia De Analizar El Corazón
Estudio Fuimos creados por Dios con espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23), y para que podamos vivir en paz debemos cuidar los tres aspectos de nuestra vida. Sin embargo, nos resulta muy difícil, si no, imposible, poder lograr el equilibrio que Dios quiere para nosotros. La razón es que Él nos diseñó para que viviéramos en comunión con Él, no solos, ni mucho menos a nuestra manera. Es en nuestra alma que guardamos nuestras emociones, nuestros sentimientos, deseos, y todo lo que vivimos y anhelamos; por eso es de suma importancia que cuidemos lo que albergamos ahí. También nos referimos al alma como nuestro corazón, no el físico, y sí el lugar íntimo en cada uno de nosotros donde guardamos todas las experiencias vividas y sus efectos. Jeremías 17:9-10 nos dice: “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? Pero yo, el SEÑOR, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones”. “Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que nos contaminan” (Marcos 7:21-23).
¿Cómo vive el hombre que no examina y cuida su corazón?
- Vive de manera desordenada, sin guardar un balance en su vida.
- Vive a su manera y no a la manera para la cual Dios lo creó.
- Vive cargado de sentimientos, emociones, angustias, temores, soberbia y muchísimas cosas más que hacen de su vida una muy pesada y poco satisfactoria.
- No agrada a Dios con su vida.
Aplicación
En nuestra Nueva Vida en Cristo, Dios nos ha dado muchísimas promesas para que vivamos confiados y seguros en Dios es nuestro Creador y no nos ha abandonado y nunca lo hará. Junto con nuestro diseño tenemos a nuestra disposición el manual de instrucciones dado por Dios para nosotros. Él ha provisto la fórmula y el remedio para que podamos vivir una vida plena. El ser humano vive buscando la manera de ser feliz, muchas veces despreciando las instrucciones de nuestro Creador. ¿Cuál es esa fórmula?
Está en Hebreos 4:12 y dice así: “Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos”. En el Antiguo Testamento Dios le dice a Su pueblo que recuerden y tengan presente que Él es Dios en los cielos y en la tierra, y no hay otro. Además, promete que, si obedecen todos los decretos y los mandatos dados por Él, les irá bien en todo a ti y a tus hijos. Dios da estas instrucciones para que disfrutes de una larga vida en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre». Esas palabras las dijo Dios a Su pueblo y hoy, nosotros, todos los que nos convertimos a Cristo somos ese pueblo. Dios nos dio integridad de corazón y puso Su Espíritu en nosotros, nos quitó el corazón de piedra (corazón sin Dios) y nos dio un corazón tierno y receptivo para que le obedezcamos a Él. Solo en obediencia podemos vivir plenamente, pues estaremos viviendo en Su voluntad.
Cuando analizamos nuestro corazón y lo alineamos al corazón de Dios:
- Vivimos plenamente, disfrutando la paz, el sosiego, la bonanza y la seguridad que solo Él nos da.
- Podemos tener contentamiento en todas las circunstancias pues sabemos que Dios tiene el control.
- Contamos con el Espíritu Santo que nos alerta cuando algo quiere o está dañando nuestro corazón, y nos ayuda a limpiarlo.
- Vivimos felices pues sabemos que no caminamos solos, sino con nuestro Padre Celestial.
Conclusión Tengamos cuidado de guardar la Palabra en nuestro corazón para no pecar contra Dios. Vivamos enfocados en lo que realmente es importante que es amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas; confiando solo en Él y no en nuestra propia prudencia. Viviendo así viviremos seguros. Tengamos por cierto que, así como un padre disciplina a su hijo, el Señor nuestro Dios nos disciplina para nuestro bien. No olvidemos nunca la promesa que tenemos: “Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
Escrito por: Linda Vélez
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