"Jesucristo es el Camino,
la Verdad y la Vida"

Estudio
El Evangelio de Juan nos muestra a Jesús haciendo milagros por donde iba y proclamando que Él era el Hijo de Dios, el Pan y el Agua de vida. Todos iban al templo a escuchar Sus enseñanzas. Allí llegaron los escribas y fariseos trayendo a una mujer sorprendida en el acto de adulterio y le dijeron a Jesús que Moisés decía que tendrían que apedrearla, luego le preguntaron a Jesús qué diría Él, a lo que Jesús contestó: “el que esté libre de pecado tire la primera piedra”. Jesús no la condenó, sino que le dijo, ve y no peques más. Él no vino a condenar al mundo, sino a que pudiéramos ser salvos por medio de Él. Continuaba Jesús predicando y decía: “Yo soy la Luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la Luz que lleva a la vida”. Los fariseos y religiosos no aceptaban el testimonio de Jesús y este les dijo que no lo aceptaban pues no lo conocían ni a Él ni a Su Padre, les dijo que ellos eran de abajo y no de arriba, ellos eran del mundo mientras Jesús no. Jesús le dijo a la gente que creyó en Él: “Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Esas palabras Jesús nos las dice hoy a todos los que en Él creemos. Nos exhorta a no cometer pecados pues todo el que peca se hace esclavo del pecado y no es hijo de Dios. Algunos de los milagros realizados por Jesús eran para manifestar las obras de Dios, como cuando sanó al ciego de nacimiento que reconoció que Jesús era el Hijo de Dios, mientras que los fariseos siendo tan religiosos no pudieron reconocerle.

¿Qué sucede cuando vivimos deleitándonos en el pecado?

• No somos hijos de Dios.
• Somos esclavos del pecado.
• No agradamos a Dios.
• Viviremos una vida vana, sin fe y sin esperanza.

Aplicación
Jesucristo dijo: “Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos. Entrarán y saldrán libremente y encontrarán buenos pastos”. Pretender entrar por otro lado que no sea la Puerta es entrar como ladrones. Nadie puede tener entrada al Reino de Dios sino por Su Hijo Jesucristo quien es la Puerta, por donde entra el Pastor y sus ovejas lo siguen. Cualquier otro camino nos conduce a los engaños de Satanás. Las religiones, las buenas obras, los rituales y demás cosas que podamos hacer para ganarnos la entrada al Reino de Dios son vanas. Jesús es el Buen Pastor que da Su vida en sacrificio por las ovejas. Él conoce a Sus ovejas, y ellas lo conocen a Él, como también el Padre lo conoce y Él conoce al Padre. Jesús nos dice también que “tiene otras ovejas que no están en este redil (judíos) y también las debe traer. Ellas escucharán su voz, y habrá un solo rebaño con un solo Pastor”. La Palabra dice que a los suyos vino y los suyos no le conocieron, mas a los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios. ¡La salvación es para todos los que recibamos y confesemos a Jesús como nuestro Salvador! Las palabras de Jesús ocasionaban división entre los judíos y el hecho de declarar que era el Hijo de Dios hizo que lo quisieran aprehender por blasfemo. Ellos no creían ni por la obra que Jesús hacía en nombre del Padre, más no creían porque no eran sus ovejas. “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas porque mi Padre me las ha dado, y Él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”. En las manos de Jesús estamos seguros, nuestra Salvación descansa en el sacrificio que Él hizo en la Cruz; sólo nos queda vivir para amarle y obedecerle dándole gloria y honra a Dios. Todo lo que acontece en nuestra vida Dios lo permite con el propósito de que le demos la gloria a Él. Vemos la muerte de Lázaro, de una familia amada por Jesús, y cómo Jesús no llegó hasta después de Lázaro morir para demostrarles a todos el gran poder de Dios al resucitarle. No sabemos lo que ha de acontecer en nuestra vida, pero podemos estar seguros y confiados en Dios de que por el gran amor con que nos ama, todo lo que nos acontezca será para nuestro bien y para gloria de Su Nombre. Aun la muerte, pues bien dijo; “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá”. Nos corresponde creer.

Un hijo de Dios vive...

• Creyendo y confiando plenamente en Dios.
• Descansando en la Palabra.
• Escuchando la voz de Dios para obedecerla y darle gloria a Su Nombre.
• Amándonos unos a otros como Él nos ama.

Conclusión
Con cada obra que Jesús hacía muchos judíos creían en Él, de manera que los fariseos se reunieron con Caifás, sumo sacerdote ese año y éste dijo: “No se dan cuenta de que es mejor para ustedes que muera un solo hombre por el pueblo, y no que la nación entera sea destruida”, sin saber que estaba profetizando que Jesús iba a morir por la nación. Ya cerca de la Pascua, reunidos en casa de Lázaro Jesús habló con Sus discípulos. María lavó los pies del Maestro con un perfume caro y los secó con su cabello; acción criticada por Judas Iscariote, quien era ladrón y pensaba que el perfume se pudo vender y obtener beneficio. Jesús le contestó que ella lo preparaba para el día de Su sepulcro. Al siguiente día hizo su entrada a Jerusalén y una gran multitud lo seguía. Había llegado la hora de que el Hijo del Hombre fuera glorificado. La voz de Dios se escuchó del cielo diciendo; “Ya he glorificado mi Nombre y lo haré otra vez”. La voz vino por todos los que estaban allí, para que creyeran. Dios nos dice hoy, “si escuchas hoy mi voz, no endurezcas tu corazón”. Quizás la voz que escuchemos sea audible o no, pero lo cierto es que continuamente Dios está llamando nuestra atención para que lo miremos a Él. Jesús, la Luz del mundo dijo: “Mi luz brillará para ustedes solo un poco más de tiempo. Caminen en la luz mientras puedan, para que la oscuridad no los tome por sorpresa, porque los que andan en la oscuridad no pueden ver adónde van. Pongan su confianza en la Luz mientras aún haya tiempo; entonces se convertirán en hijos de la Luz”. No sabemos cuándo llegará nuestro momento de partir de este mundo, por lo que no debemos perder la oportunidad de entregarnos a Jesús y guiarnos por Su Luz admirable. Jesucristo nos enseña a ser humildes y a servir antes que a ser servidos, Él conoce lo que hay en el corazón del hombre y nada se escapa de Él. Sabía que Judas lo iba a entregar y se lo dijo. Sus ovejas oyen Su voz y lo escuchan y lo siguen. Las Palabras de Jesús son palabras de vida, y Él les dijo a Sus discípulos y hoy nos dice a nosotros “Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas”. Un nuevo mandamiento nos dejó Jesús: “que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado”. Antes de partir a preparar lugar para nosotros, para que estemos donde Él esté, nos dejó la promesa de enviar al Consolador, el Espíritu Santo que nos enseñará todas las cosas y nos guiará a toda verdad.

Jesucristo se nos presenta como el Agua Viva, el Pan de Vida, la Luz del Mundo, el Buen Pastor, el Camino la Verdad y la Vida. ¿Por qué no creer?

Escrito por: Elizabeth Díaz