"De La Incertidumbre Al Propósito"
Estudio Se define la incertidumbre como el desconocimiento que se tiene sobre lo que sucederá en el futuro. Como humanos nos gusta estar al control, de ahí que tratamos de razonarlo todo para poder entender las situaciones que vivimos y proyectar el futuro. Cuando no tenemos ese control nos llenamos de incertidumbre y nos desesperamos al no saber qué nos pasará en el futuro. Hoy día, por las situaciones que estamos viviendo en cuanto a salud, economía, cambios climatológicos, y otros, son muchas las personas que están viviendo llenos de incertidumbre y desesperanza; por desgracia, aun los cristianos pudiéramos caer ahí. Mas existe una “incertidumbre” diferente que podríamos llamarla sobrenatural, ya que ella nos lleva a vivir descansando en la gracia de Dios y a confiar en Sus promesas y no en nosotros mismos. Es, cederle al Espíritu Santo el control de nuestra vida y dejar que sea Él quien nos dirija y nos lleve a través de nuestras situaciones de vida a cumplir el propósito de Dios para nosotros.
¿Cómo será nuestra vida si la vivimos dependiendo de nosotros mismos y no de Dios?
- Viviríamos en un estrés y ansiedad constante al saber que no tenemos control del futuro.
- Nos faltaría la esperanza para enfrentar el diario vivir y poder tener fuerzas para afrontar las adversidades.
- Como cristianos estaríamos desgastados por querer vivir en nuestras fuerzas y no aceptar la gracia de Dios.
- Estaríamos viviendo fuera del propósito para el cual Dios nos creó.
Aplicación
En Mateo 18:3 Jesús nos hace la salvedad de que a menos que nos apartemos de nuestros pecados y nos volvamos como niños, nunca entraremos en el Reino del Cielo. Vivir como niños significa que, así como los niños confían en sus padres, nosotros vivamos confiando plenamente en nuestro Padre celestial. O sea que, aunque muchas veces no entendamos nuestras circunstancias de vida, sí estemos plenamente confiados en que Dios está al control, y más aún, que Él siempre está con nosotros. En nuestro caminar como sus hijos Él nunca nos abandona. “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11).
Cuando le permitimos a Dios ser el Señor de nuestra vida vivimos:
- Sin la angustia, el estrés y la confusión que causa la incertidumbre.
- La expectativa (como niños) de lo que nuestro Padre celestial va a hacer en y por nosotros.
- Buscando cada día tener más comunión con Dios por medio de la oración y el estudio de la Palabra.
- Siendo fortalecidos por Dios y confiados, pues Él cumplirá en nosotros el propósito para el cual nos creó, o sea, para que vivamos dándole gloria y honra a Él.
- Seremos testimonio a otros para que también ellos puedan entregar sus vidas a Cristo.
Conclusión
En su Palabra Dios dice: “Mi pueblo está siendo destruido porque no me conoce.” (Oseas 4:6). Escudriñemos las Escrituras y cada día el Espíritu nos revelará cuál es el carácter y cuál es la voluntad de Dios para con nosotros. Veremos cómo seremos transformados en toda nuestra manera de vivir y podremos experimentar la paz que Cristo nos prometió, paz que sobrepasa todo entendimiento. Entenderemos que nuestro paso por esta vida es temporal y que en Cristo nos espera una vida eterna junto a Él. Viviremos fortalecidos y gozándonos de todas las promesas que Dios nos ha hecho. Como dice en 1 Juan 3:2 “Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga; pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es”. En Números 23:19 se nos dice: “Dios no es un hombre; por lo tanto, no miente. Él no es humano; por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?” Por lo tanto, no desechemos la firme confianza que tenemos en el Señor. ¡Tengamos presente la gran recompensa que nos traerá!" (Hebreos 10:35)
Escrito por: Linda Vélez
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