"Primer Paso a la Renovación Arrepentimiento"
Estudio “Arrepentimiento” significa cambio de opinión; también puede referirse a un giro total en el modo de pensar, o al pesar que acompaña el darse cuenta de que se ha obrado mal. En el sentido bíblico significa una profunda y total conversión a Dios. El remordimiento, sin embargo, es una sensación de culpa que persiste luego de haber actuado de manera incorrecta. No basta con que nos de remordimiento algo que hayamos hecho mal, en Hechos 3:19 se nos exhorta a arrepentirnos de nuestros pecados y que nos volvamos a Dios para que nuestros pecados sean borrados. En nuestra conversión hemos sido renovados, pues Dios nos devuelve a nuestro diseño original. Al perdonar nuestros pecados y darnos el Espíritu Santo, todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una Nueva Vida ha comenzado!
¿Qué pasaría si viviéramos confundiendo arrepentimiento con remordimiento?
- Viviríamos sin entender la Palabra de Dios.
- Trataríamos de caminar nuestra vida cristiana sin el poder del Espíritu Santo.
- Nos estaríamos engañando a nosotros mismos.
- Si no nos arrepentimos de nuestros pecados estaríamos acumulando juicios contra nosotros.
Aplicación La nueva persona que somos en Cristo va siendo transformada día a día por medio de la renovación de nuestra mente. Con la ayuda del Espíritu Santo vamos aprendiendo a cambiar pensamientos, actitudes y conductas negativas por pensamientos, actitudes y conductas que agraden a Dios, y eso sabemos que solos no lo podremos lograr. Sabemos que toda relación efectiva requiere intimidad y unidad, de manera que nosotros tenemos que procurar que nuestra relación con Dios sea una de intimidad y unión con Él por medio del Espíritu Santo. El sacrificio de Cristo en la Cruz para pagar por nuestros pecados nos dio acceso al Padre, siendo Cristo nuestro Redentor. Si creemos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; pero si confesamos nuestros pecados a Dios, Él es Fiel y Justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. No nos engañemos viviendo en religiosidad y no en una verdadera comunión con Dios. Nuestra lealtad debe ser siempre a Dios, y esa la conseguimos sometiéndose completamente a Él, arrepintiendonos de nuestros pecados y permitiéndole al Espíritu Santo que purifique nuestros corazones. Solo así nuestra lealtad no estará dividida entre Dios y el mundo, pues no podemos servir a dos señores a la vez.
Al vivir una vida de arrepentimiento y entrega a Dios:
- Veremos la Gloria de Dios en nuestra vida.
- Seremos instrumentos de Dios útiles para alcanzar a otros.
- Viviremos en constante renovación hasta que Cristo sea formado en nosotros.
- Podemos vivir en la paz y el gozo del Señor sabiendo que es Él el que está en control de nuestra vida.
Conclusión En Mateo 3:8 se nos dice: “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios”. Es por los frutos que demos que demostramos que somos hijos de Dios. No hay renovación sin arrepentimiento, pues si creemos que estamos bien no tendríamos que arrepentirnos de nada y no tendríamos que ser renovados. Recordemos siempre que Jesucristo no vino a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento, por tanto, los que encubren sus pecados no prosperará, pero si los confesamos y los abandonamos (arrepentimiento), recibiremos misericordia.
¡Hay alegría en el Cielo por cada pecador que se arrepiente!
Escrito por: Linda Vélez
|